Director de cine polaco. Nació en Varsovia, y estudió en la Escuela de Cine y Teatro de Lódz, Polonia. Comenzó su carrera realizando documentales y películas. Su primer largo se llamó "La cicatriz" (Blizna), pero antes ya había realizado el cortometraje "El primer amor " (Pierwsza milosc - 1974) y había sido premiado por su mediometraje llamado "El personal" (Personnel - 1975). Su origen estuvo en el documental, lo que de alguna manera tuvo relación con la forma en que encaraba los largos que realizaba que no solo tenían que tener un significado profundo para él internamente sino que debían movilizar al espectador. Su cine indagaba en la condición humana, en nuestra emociones, deseos, frustraciones, miedos. Sin embargo, no solo la temática resultaba interesante en sus trabajos, sino el tratamiento de la imagen, los ambientes recreados con un inteligente uso del color, los contrastes, las sombras y las luces en lo que resultaba en un deleite visual. Lograba captar la imagen y trascenderla a través de sus personajes, tratando de mostrar lo etéreo del alma, el mundo de las emociones intangibles, y reflejarlas en la pantalla grande por medio de sus historias. Un cine intimista pero abierto a la duda, a la pregunta constante. Su cine no intentaba dar respuesta ni discursos, por el contrario planteaba interrogantes, enfrentando al espectador con sus propios valores.
La fama y el reconocimiento en Europa le llegarían primero con su serie "El Decálogo" una seguidilla de 10 historias filmado para la televisión polaca a finales de los ochenta. Tomando como referencia los diez mandamientos de la ley de Dios, dos de ellos "No Amarás" y "No Matarás" se convirtieron luego en largos. Este último lo lanzó internacionalmente tras obtener el Premio del Jurado en la edición de 1988 de Cannes y el Premio al Mejor Film por la Academia del Cine Europeo. Un film profundo que es una especie de alegato contra la pena de muerte ya que la historia nos confronta con el derecho que tiene un ser humano para decidir sobre la vida de otro. Definitivamente una de las películas más interesantes de este realizador, sin embargo fue con la "La Doble Vida de Verónica" que se consagró mundialmente con una cinta impecable en su factura y realmente fascinante en guión y contenido.
Este film es para aquellos que aman el cine intimista, que ofrece planteamientos abiertos, perspectivas subjetivas y provocadores interrogantes. El llamado cine de autor, que a diferencia de las propuestas comerciales, no se justifica, simplemente es una visión de la vida, un pasar, un fragmento del espíritu del realizador y su planteamiento existencial. Este tipo de cine deja a los cinéfilos hambrientos por la próxima huella del artista: una pregunta que solo el espectador puede responderse en su fuero interno.
Asiduamente le preguntaban a Krzysztof Kieslowski acerca de la "intencionalidad " de la amplia simbología presente en sus films, los críticos le realizaban intrincados cuestionamientos a lo que él siempre respondía: "Eso depende del espectador, de lo que signifique para él dentro de su mundo subjetivo."
El cine en este caso es arte, la pieza poética, la lírica visual, la danza entre música e imágenes y cientos de paradigmas que el director nos plantea a través de la sensación, la emoción, creando estados al componer cada cuadro, que atraviesan la dermis para quedarse en nosotros, como un libro, una pintura, una canción, un recuerdo...
"La Doble Vida de Verónica " (La Double Vie de Veronique), entrelaza la vida de dos mujeres idénticas físicamente, huérfanas de madre, amantes de la música, solitarias, pero de personalidades contrapuestas y cada una en un país distinto: Veronika en Polonia y Véronique en Francia.
Se trata si se quiere, del mito del doppelgí¢nger, según el cual todo ser vivo, tiene, en alguna parte, un doble de sí mismo, de apariencia idéntica y personalidad opuesta. Dicen que cruzarse con el doble presagia la muerte de alguno de ellos.
El arquetipo del doble se abarca de manera fascinante, nos pone cara a cara con la ambivalencia de existir y la identidad pasa al primer plano de la reflexión.
En la Doble Vida de Verónica, dos cuerpos exactos viven en lugares distintos pero se hallan unidos por una misma esencia vital. Veronika es más impulsiva, despreocupada, alegre, descuidada con su frágil salud, mientras que Véronique es más cauta, silente, misteriosa y consulta regularmente a su cardiólogo, decidiendo dejar sus estudios de canto por prudencia. Ambas se sienten "acompañadas " en su soledad y presienten que sus vidas van más allá de lo corpóreo.
La película es impactante en base a un manejo exquisito del color. Kieslowki relacionaba el color con sentimientos humanos y lo utilizaba como recurso narrativo en todos sus trabajos.El film transcurre entre tonos marrones, anaranjados, verdes botella, vino tintos en todas sus gamas, sepias y más sepias, que por momentos nos confortan y en otros nos ahogan.
El autor genera estados de ánimo, conversa con nuestras sensaciones. Es probable que la narrativa tenga huecos si queremos ver el cine lineal y servido al estilo americano. Si por el contrario, estamos abiertos a aceptar las más intensas pasiones, nostalgias, miserias y luchas feroces de sus personajes, quizás terminemos ahondando en nosotros mismos.
Kieslowski era un maestro en captar las emociones, las sutilezas. Asímismo hablaba de su ética, principios y valores, reflejando la dualidad del hombre.
Aún si no entendiéramos nada de la trama, el film es visualmente mágico, conmovedor, con una Dirección de Fotografía y Dirección de Arte sobresalientes. La actuación de Irene Jacob es luminosa y creíble en sus dos versiones de Veronika y Veronique. Realmente su trabajo es sublime aún en lo meramente gestual.
La trama sin duda no responde todos nuestros interrogantes y he allí la maestría de la misma, ya que nos despierta la curiosidad, la duda, la pregunta interna. Es una película misteriosa, para algunos será una serie de hermosas escenas sin coherencia y para otros será un viaje entre colores, simbolismo y belleza difícil de olvidar.
En el año 1993 el director da comienzo a su trilogía conocida como Tres Colores con la filmación de la primera "Azul" Un año más tarde nos presentaría "Blanco" segunda de la saga, y con Rojo, pone fin a la misma. El nombre de cada una de las tres películas proviene de los colores de la bandera de Francia, y hacen referencia a cada uno de los tres principios básicos de la revolución francesa, libertad (Azul), igualdad (Blanco) y fraternidad (Rojo).
Los tres films son interdependientes entre sí, sin embargo ciertos y sutiles elementos los ligan para crear así una trilogía perfecta, que en base a tres propuestas diferentes llega a conseguir un todo en tres películas individuales y cada una con un sello muy particular. Más allá del uso del color como elemento diferenciador de las atmósferas, las temáticas son acercamientos distintos a la condición humana. Sin embargo la palabra humanidad, en todos sus significados, es el centro de todas las historias, siendo nuestra imperfecta condición la protagonista de esta trilogí¬a llena de personajes y situaciones vitales que nos resultan inherentes a lo que somos.
Azul es un canto al dolor y la soledad. Una película hipnótica donde el uso del color azul es tan magistral que crea momentos dramáticos de envergadura. La historia es sobre Julie que pierde a su marido (un gran compositor) y a su única hija en un accidente automovilístico. Hecha añicos, decide comenzar una nueva vida de forma anónima e independiente, tratando de librarse de todas las ataduras de su pasado, de refugiarse en la soledad, intentando no establecer vínculos afectivos con nadie como manera de protegerse de más dolor. Se muda a un apartamento, deshaciéndose de todas sus anteriores pertenencias. Pero su pasado volverá cuando un periodista sospecha que ella es la autora de la obra de su difunto marido. La impresionante banda sonora pone el punto clave en los momentos dramáticos. Considerada una de las mejores de la trilogía, se trata de un film artesanalmente realizado, donde la precisión del uso de cada elemento cinematográfico está al uso de la historia. Un film poético y nostálgico protagonizado por una soberbia Juliette Binoche en un performance desgarrador. Una película que, definitivamente, sabe captar las sutilezas de la condición humana.
Blanco, el segundo film de la saga es el más extraño y quizás el más flojo de la trilogía. Sin duda se tarta de una cinta excelente, pero más inconsistente en su guión lo que hace que la trama no tenga la fuerza dramática esperada, en comparación con las otras dos cintas. El film nos narra la historia de un matrimonio compuesto por una francesa, Julie Delphy y un inmigrante polaco, Zbigniew Zamacjowski. La cinta comienza con la solicitud de divorcio que Julie Delphy presenta en los tribunales contra su marido debido a que su matrimonio no ha sido consumado. Una vez conseguida la anulación el protagonista se propondrá hacer todo lo posible para recuperar a su mujer porque no ha dejado de quererla. Los sentimientos extremos, son plasmados en este si se quiere excéntrico film. La película casi en su totalidad se desarrolla en Polonia, país natal del protagonista, en pleno invierno, lo que usa el director para resaltar el blanco en todas las escenas. Asímismo usa imágenes algo sobreexpuestas y una luminosidad total que contrasta con la parte oscura de sus protagonistas. Definitivamente otra joyita de Kieslowski quien nos muestra el mundo extremo del amor, pasando por todas la emociones que lo acompañan.
Rojo, la última película de la trilogía es considerada por muchos la mejor de la misma. De hecho fue muy exitosa y cosechó numerosos premios internacionales. Inclusive estuvo nominada al Oscar como Mejor Cinematografía, Mejor Director y Mejor Guión Original, lo que le proporcionó al film reconocimiento internacional convirtiéndola en una de las obras más conocidas de este director. Estuvo asímismo nominada para los Globos de Oro como Mejor Película Extranjera y se ganó El César francés como Mejor Película, entre otros galardones recibidos. La película narra la historia de una modelo suiza interpretada por Iríne Jacob que a través de un accidente de coche en el que atropella levemente a un perro, va a entablar una amistad, tema fundamental, que se va a ir haciendo más importante poco a poco con un juez ya retirado que tiene como costumbre espiar las conversaciones telefónicas de sus vecinos. Al principio la modelo se siente espantada por la costumbre del juez pero poco a poco se va involucrando en las historias que escucha cuando lo visita. Con un trabajo actoral sobresaliente, destaca la profunda y sutil fotografía en tonos rojos, color del amor y de la pasión en general. Por momentos los detalles de la fotografía son tan mínimos que parecen inadvertidos para conformar un estilo visual único. Sin duda, a nivel de fotografía este film es no solo impecable sino impactante. Valentina, nuestra protagonista vive lo ácido de la soledad con un novio británico con el que solo se comunica telefónicamente. Cuando conoce al juez, algo hace clic en su interior y comienza a transformarse y cuestionarse.
Un detalle que une de extraña manera a los films es una situación que se repite a lo largo de la trilogía: un anciano intenta meter una botella en el reciclador de vidrios y en las dos primeras películas deja la botella justo en el hueco por donde se mete pero no puede llegar a meterla completamente, pero sólo en "Rojo" Valentina le ayuda a colocar la botella. Asímismo en la escena final de "Rouge" aparecen relacionados por el destino todos los protagonistas de la trilogía. Quizás de todas, esta es la película más pesimista, pero en contrapartida nos deja un final abierto en el cual se nos insinúan posibles hechos, producto del hado del destino, que dan mayor luminosidad a la historia. Es un final que nos permite imaginar, que finalmente nos da un respiro ante tanta tensión dramática.
En las tres películas vale destacar la excelente banda sonora a cargo de Zbigniew Preisner, que agrega los toques necesarios, especialmente en Azul donde se trata de la esposa de un compositor, para completar el excelente trabajo actoral y de realización de esta saga.
Se trata de un realizador con independencia intelectual que le permitía brindarnos el mejor cine de autor, un cine que constantemente nos desafiaba a pensar sobre la condición humana, dejándonos mayores interrogantes que respuestas, para que nos encargáramos de buscar estas últimas por nosotros mismos.
Sin duda alguna el legado cinematográfico de Kieslowski, será un referente histórico y una muestra del mejor cine de firma de los últimos años. Se trata de un realizador minucioso, que no por quisquilloso sino por la claridad con la que sabía transmitir sus mensajes, se involucraba en todo el proceso creativo. Un director integral, de esos que todos buscamos y poco encontramos que permanecerá en la memoria de cualquier espectador que haya visto su obra, porque de ella no se sale intacto, sino movido emocionalmente y desafiado intelectualmente. Para ver la creación de este ensayista filosófico de la vida, hay que despojarse de lo conocido, abrir los parámetros y atreverse a asumir el reto de lo irresoluto que nos enciende lo emotivo y la materia gris.
Un creativo inolvidable, que permanecerá por siempre presente como referente del verdadero séptimo arte.
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