La llegada de los primeros europeos data de finales del siglo XV, en 1482, cuando el navegante portugués Diogo Cão se adentró en la hoz del río Congo, o Zaire, subiendo la corriente con tres carabelas hasta los rápidos de Ielalas. El monumento erigido en una de las márgenes del río en nombre del rey Juan II representa así el primer reconocimiento exterior del Reino del Congo. En su capital, la todavía existente Mbanza Congo, en el norte de Angola, el rey recibió a los extranjeros como amigos y se dejó convertir al cristianismo, tomando el nombre de Alfonso I. Ese primer contacto se realizó entre soberanos iguales en derechos, mostrándose la sociedad congoleña abierta a la convivencia con los recién llegados y al funcionamiento de una verdadera alianza entre estados organizados.
Sólo a lo largo del siglo XVI, y después de continuos y complicados juegos de seducción, intrigas y traiciones, comenzarían a acentuarse los lazos de dependencia del reino del Congo en relación a la Corona portuguesa. Después de la muerte de Juan II (1495) las preocupaciones comerciales y la voluntad de dominación comenzaron a adquirir más importancia.
Del reino del Congo dependían otros reinos menores situados más al sur, como el Reino de Matamba y el Ndongo, de cuyos soberanos, los ngola, provendrá más tarde el nombre de Angola. La resistencia de esos tres reinos a la penetración colonial sería prácticamente aplastada en la segunda mitad del siglo del siglo XVII, en el corto espacio de veinte años: Congo (1665), Ndongo (1671) y Matamba (1681).
En 1700 los portugueses dominaban en Angola un área de sesenta y cinco mil kilómetros cuadrados, desde la costa de Luanda y Benguela hasta una distancia de 200 kilómetros hacia el interior, prácticamente con el único objetivo de mantener abiertas las rutas de los esclavos desde la meseta. En esa época, de hecho, los esclavos negros ya eran la mercancía más importante de todo el comercio, siendo exportados a Portugal, Brasil, las Antillas y América Central.
Durante los siglos XVIII y XIX la situación continúa siendo en esencia la misma, salvo por el aumento del área de captura de esclavos, que se amplía hasta la meseta central, y el aumento del número de envíos.
A fines del siglo XVIII, bajo el impulso del Marqués de Pombal, el poderoso ministro del rey de Portugal, se hizo una tímida tentativa de explotación de algunas de las riquezas del país. Esta tentativa fracasó por falta de apoyo local y de la propia metrópoli, más interesada en el desarrollo de Brasil, basado en el trabajo de los esclavos angoleños. Angola tuvo así que continuar manteniendo su título de mina de la esclavitud y su papel de proveedora de esclavos para las plantaciones brasileñas. Contradictoriamente, al mismo tiempo que se multiplican las revueltas contra el comercio de esclavos por parte de algunos jefes independientes y de los estados africanos de la meseta (que sólo serán relativamente pacificados más de un siglo después), una elite económica de origen africano va afirmándose sobre la base de ese mismo comercio.
El siglo XIX fue el de las grandes expediciones en el continente africano y el de la repartición colonial. Las expediciones de Serpa Pinto, de Capelo y de Ivens permitieron precisar la cartografía de Angola. La Conferencia de Berlín, en 1885, estableció el derecho público colonial y los tratados entre Portugal, Francia, el Estado Libre del Congo (Belga), Gran Bretaña y Alemania definieron las fronteras actuales de Angola.
Para la población angoleña, la abolición oficial del tráfico de esclavos en 1836 y el fin oficial de la condición de esclavo en 1878 no alteraron el fondo de la cuestión, pues continuó la explotación de grandes masas de trabajadoras angoleñas por parte del poder colonial, que se hacía bajo la forma del llamado contrato. Esa situación se agravará con la política colonial del régimen de Salazar, a partir de la década de 1930 del Siglo XX.
No será hasta 1961 en que los angoleños comenzarán a organizarse políticamente , a través del Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) y del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), e intentar rebelarse militarmente contra el poder colonial, fracasando en esa fecha sus primeros intentos que serían seguidos por una severa represión por parte de la administración colonial.
En 1964 miembros disidentes del FNLA formaron la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA). Estos movimientos independentistas, a través de una guerra guerrillas, continuaron su enfrentamiento contra el ejército portugués, hasta que en 1974, tras el derrocamiento del dictador Marcelo Caetano en Portugal, el nuevo gobierno inicia un proceso rápido de descolonización que culmina con la independencia de Angola en Noviembre de 1975.
El débil acuerdo tripartito existente entre los movimientos de independencia se rompe en el momento de hacerse cargo del gobierno del país el MPLA, que era el más organizado y el que contaba con el control de la capital del país en el momento de cesar la soberanía portuguesa, iniciándose el enfrentamiento entre ellos. Este enfrentamiento llevó a una guerra civil que se mantuvo más de 25 años. Durante estos años, Angola se convirtió en uno de los escenarios de la Guerra Fría donde se enfrentaron por una parte el MPLA (apoyado por por la URSS y Cuba) y por la otra el FNLA y la UNITA (respaldados por Sudáfrica, Estados Unidos, Gran Bretaña, y Zaire).
El MPLA que había logrado la victoria formal en febrero 1976 luego de la destrucción de las principales unidades de sus enemigos, nunca llegó a controlar todo el país, y la UNITA aunque derrotada en su aspiración por hacerse con el poder, retuvo parte del sur y centro del territorio angoleño, apoyada por Sudáfrica.
A finales de mayo de 1991, tras tortuosas negociaciones, se llegó a un acuerdo político que supuso el cese de las hostilidades y la celebración de elecciones en el Otoño de 1992. Aunque participaron 18 partidos políticos, la pugna se centraba entre el MPLA y UNITA. El MPLA ganó la mayoría parlamentaria así como las presidenciales, Sin embargo, a pesar de la opinión abrumadora de los observadores internacionales de que las elecciones habían sido libres y justas, Jonas Savimbi, Presidente de UNITA y aspirante a la presidencia del país se negó a aceptar el resultado y, alegando negligencia y fraude generalizado, reanudó la guerra.
En noviembre de 1994, con la mediación del Presidente sudafricano, Nelson Mandela, se llegó a los Acuerdos de Lusaka que no comenzaron a ponerse realmente en marcha hasta mediados del 2002, tras la muerte en combate con el ejército del presidente de la UNITA, Jonas Savimbi , el 22 de febrero de 2002. Estos acuerdos, que pusieron fin a la guerra acabaron en la celebración de unas nuevas elecciones, en septiembre de 2008, donde resultó reelecto Eduardo Dos Santos como presidente de Angola.
Contribución cubana a la independencia de Angola
Entre los años 1975 y 1991 más de 400 mil cubanos, entre combatientes y colaboradores civiles, prestaron ayuda internacionalista al pueblo angolano. La Misión Militar Cubana quedó establecida en agosto de 1975, luego de que el MPLA lograse el control de la capital y solicitase la ayuda de Cuba. Los primeros instructores cubanos llegaron en los tres meses posteriores a Luanda y Cabinda. Mientras arribaban los instructores cubanos dos columnas blindadas avanzaban sobre la capital desde el norte y el sur simultáneamente, con el objetivo de ocuparla antes del 11 de noviembre en que Portugal entregaría el gobierno al movimiento político que controlara Luanda.
Los cubanos y las FAPLA detuvieron el avance por el norte del FNLA en la Batalla de Quifangondo, muy cerca de Luanda, el 10 de noviembre de 1975. La columna blindada del FNLA contaba con el apoyo de mercenarios, el ejército zairense y artillería sudafricana. Dos días después los mercenarios, el ejército de Zaire y los miembros del Frente de Liberación del Enclave de Cabinda (FLEC), que habían invadido la zona petrolera de Cabinda el 8 de noviembre, fueron derrotados y huyeron a la desbandada por la frontera de Zaire perseguidos por las FAPLA y los cubanos.
Los sudafricanos que avanzaban por el sur fueron detenidos por una compañía de destino especial cubana, apoyada por artillería reactiva en la sangrienta Batalla de Ebo el 23 de noviembre. Después de detenida la ofensiva los sudafricanos fueron sometidos a una gran presión internacional y terminaron retirándose hasta la frontera de Namibia.
La fuerte ofensiva de las FAPLA y los cubanos hacia el norte alcanzó la frontera de Zaire en marzo de 1976 y destruyó la capacidad militar del FNLA. Luego de marzo de 1976 el MPLA consolidó su control sobre la mayor parte del territorio de Angola y redujo la fuerza de sus contrarios a las acciones de guerra irregular.
A finales de 1987 las tropas sudafricanas apoyadas por la UNITA avanzaron en profundidad en el territorio angolano con el objetivo de tomar el control del estratégico poblado de Cuito Cuanavale, a 1189 km al suroeste de Luanda (capital del país). Las tropas cubanas y la FAPLA propinaron una contundente derrota a los sudafricanos que los obligó a iniciar conversaciones de paz, evacuar Namibia y poner fin al regimen del apartheid en su propio país.
Producción Gráfica |
Servicios Web |
Asesoría en la prod. de textos |
Corrección |