Yákov Sverdlov 'el diamante bolchevique', recordando a un soviet a un año mas de su nacimiento
Por: Acercándonos Ediciones
Publicado: 22/05/2024





Hijo de Mijail Izraelevich Sverdlov, un modesto grabador judío, su madre fue Elizabeth Stern. Su padre abandona el judaísmo y convierte a la religión ortodoxa, una vez muerta su primera esposa. Tras muy fuertes discusiones con su familia y entorno, Yákov aborrece de la religión por ser la “principal cadena que ata a las mentes con la opresión”. Estudia vorazmente los escritos revolucionarios. Conoce en su ciudad natal a Máximo Gorki. En 1901 entra en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), y un año después apoya la fracción bolchevique. El Partido le envía a Ekaterimburgo (que más tarde será renombrada Sverdlovsk en su honor) para tareas de organización de los bolcheviques en los Urales. En muy poco tiempo las células de esos territorios sufren una mimética transformación y se convierten en baluartes revolucionarios; y el propio Yákov, impregnado del carácter reflexivo y a la vez austero de sus habitantes, comparte sus costumbres, su hablar, siendo calificado por muchos de sus camaradas como un típico ruso de los Urales. Tuvo diversos pseudónimos: "Andréi", "Mijailich", "Maks", "Smirnov" y "Permiakov". Tuvo un papel destacado en la Revolución de 1905 (en octubre de 1905 fundó y dirigió en Ekaterimburgo el Consejo de Diputados Obreros) junto con otros revolucionarios clandestinos. En aquellos días, se necesitaba una mente rápida y clara para explicar las consignas revolucionarias. De las fábricas a los pueblos, de los talleres a las reuniones clandestinas de los míseros poblachos obreros, se convirtió paulatinamente en un excelente orador, un cualificado tribuno popular.

Este íntimo conocimiento de cada uno de sus camaradas, de sus penurias, de la lucha de los obreros por su emancipación, iban a serle de enorme utilidad más en adelante, al desplegar ese conocimiento en la labor práctica de organización del Partido.


El exilio siberiano

Muy pronto, la “Ojrana” (policía zarista) se fija en esta portentosa actividad. Detenido en 1906, es deportado a Siberia. Su azarosa existencia en aquellos años consistió una continua actividad que se debatía entre ser capturado y escapar del exilio. En 1909 está en Moscú, organizando la estructura del POSDR, pero es nuevamente detenido. Consigue fugarse, pero le detienen otra vez para ser deportado por cuatro años. Vuelve a escapar, y en esta ocasión teme por su vida al quedar atrapado en un bloque de hielo, pero consigue salir, y es nuevamente atrapado. Sabía que su trabajo era importante en aquellos años de extraordinaria participación revolucionaria, y que deseaba trabajar en el seno de su clase, y no apartado de ella. Lunacharski comenta de aquella época: "Yo sabía que él era un luchador incansable por la democracia social, por el bolchevismo, sabía que estaba siendo constantemente enviado a la cárcel y al exilio, de donde escapó siempre. Cada vez que le cogían y ponían tras las rejas, escaparía de nuevo otra vez, no importa que en el futuro lo volviesen a prender, volvería a comenzar la organización de comités bolcheviques y células”. Pero no estuvo ocioso en aquellos años de forzado encierro. Devoraba los textos del marxismo, y junto con otros exiliados iba aprendiendo de memoria las estructuras de los miembros del partido en las diferentes regiones, iba componiendo en su privilegiada memoria un mosaico inmenso de camaradas y territorios, sin papeles, mentalmente.

En 1912, tras fugarse de nuevo, trabaja en el diario bolchevique Pravda. Su segunda compañera en aquel tiempo es Claudia Timofeevna, alias Olga Novgorodtseva, que nos dejó una biografía pormenorizada de aquellos importantes días. Tuvieron un hijo, Andrei. Durante un breve periodo de libertad, Yákov es elegido miembro del Comité Central del Partido, pero es denunciado por el agente zarista Rodión Malinovsky. De nuevo es deportado, pero esta vez ya con fuertes medidas de seguridad. En aquellos años en el exilio de Narym y Turukhansk, trabaja, estudia, y desarrolla la organización de los camaradas siberianos junto con Stalin. En 1917, tras la Revolución de Febrero, el Gobierno Provisional lanza una amnistía general. Yákov sale del exilio y marcha a Petrogrado. El Comité Central le elige Secretario del Partido; de entre todos sus miembros, era él una mente privilegiada en conocimientos, y su capacidad de organización sobresalía sobre el resto; Lunacharsky escribió: "Su memoria contiene algo así como un diccionario biográfico del comunismo".

En Julio de 1917, cuando la policía zarista detiene a la mayoría de los miembros del Partido bolchevique y de los eseristas de izquierda (unos son asesinados, otros encarcelados y otros, como Lenin, tienen que esconderse), Yákov no es detenido, y de forma clandestina se queda en Petrogrado. Bajo su dirección práctica, Yákov reorganiza el partido, imparte las órdenes para preservar a sus miembros de nuevas detenciones, anima con sus misivas a los militantes, quienes tras las manifestaciones obreras para derrocar al Estado burgués, al no haber obtenido los objetivos propuestos, consideraban que había que parar, pues gran parte de la organización estaba apartada. Yákov imprime una actividad inusitada para hacer que el Partido recobre el vigor de la lucha contra el terrorismo de la burguesía. Gracias a su inteligencia y su capacidad de trabajo, consolida el círculo dirigente bolchevique de la futura nueva ofensiva que desembocó en la Revolución Socialista.


Organizador de la Revolución de Octubre

Yákov desempeñó un papel crucial en la organización, desarrollo y planificación de la Revolución en Petrogrado. Miembro del Comité Ejecutivo del Comité Militar Revolucionario, preside las reuniones que del 10 al 16 de Octubre son mantenidas por el Comité Central del Partido, para tomar la decisión de iniciar la Revolución.

Durante dos años realiza un trabajo inaudito de organización. Vertebra todas las organizaciones del Partido en Rusia, asignándoles funciones, preparando borradores para dar las pautas principales de los decretos; enviando delegados, enlaces, órdenes, cada minuto, día a día. Junto a él se creó un ejército de militantes, mujeres y hombres, para dar salida a sus urgentes comunicados. Hacia él emanaban las decisiones prácticas de Lenin. Nadie sabía cuándo y donde dormía o comía. A cualquier hora del día y de la noche, estaba en su pequeño despacho escribiendo y cursando los imperativos mandatos. Era un férreo instrumento de unión del Partido, un cable de transmisión directa entre el gobierno soviético y la clase obrera, abarcando toda Rusia. Era tal la confianza que se tenía en él, que cuando los camaradas querían comprobar si las órdenes eran ejecutadas, Lenin les decía: “… se lo diremos a Sverdlov y el asunto se arreglará”. Delegado al Segundo Congreso Pan-Ruso de los Soviets, Yákov es la voz de la fracción bolchevique.

Días más tarde, asiste a los debates para la creación de la Asamble Constituyente. Lunacharsky detalla de manera ejemplar como fue aquella reunión: “Moisei Solomonovich Uritsky, el comisario de la Asamblea Constituyente, sorprendió a la gente por su tranquilidad durante ese día de agudo conflicto entre el gobierno soviético y los partidarios de la Asamblea, presentándose allí con carácter positivo, a pesar de la fiebre; en cambio Sverdlov, era flemático, por fuera y por dentro, sin límites en su confianza.

La gran mayoría de los delegados comunistas y socialistas-revolucionarios se fueron emocionando aquel día; todo el Palacio de Táuride zumbaba como un enjambre enojado: los social-revolucionarios habían estado difundiendo rumores de que los bolcheviques estaban conspirando para romper el ala Derecha y el Centro de la Asamblea Constituyente. Los rumores eran tales que los socialistas-revolucionarios habían resuelto medidas desesperadas, como una manifestación armada - que estaba en preparación, pero que nunca se materializó -, los defensores de la Asamblea decían que iban a oponer resistencia armada a la disolución de la Asamblea Constituyente, y, con el heroísmo típico de ese partido, ¡amenazaron con intentar, a la vista de todo el mundo, asesinar a algunos de los "usurpadores que habían traído la vergüenza sobre la revolución" por su "toma de los bancos del gobierno” a la fuerza!

En realidad, ni los bolcheviques ni los eseristas perpetraron tales excesos, ni siquiera los contemplaron. La única diferencia en el comportamiento de las dos partes reside en el hecho de que los bolcheviques no tenían necesidad de recurrir a las armas. Fue suficiente que el marinero Zheleznyak gritase "¡Dejad de parlotear y volved a casa!"… Fue en este ambiente nervioso cuando todos habían ocupado sus asientos y cuando la tensión había llegado a su punto más alto, cuando la Derecha y el Centro se levantaron para exigir la apertura de la sesión. Mientras tanto, Sverdlov había desaparecido. ¿Dónde estaba? Algunos delegados bolcheviques, siendo la mayoría, comenzaron a inquietarse. Un anciano de edad, elegido sin duda por ser el miembro de mayor edad, ya estaba tronando desde la tribuna y extendiendo el brazo hacia la campana. Los socialistas-revolucionarios decidieron abrir la sesión por iniciativa propia, utilizando a uno de los ancianos propuestas a la Asamblea. Pero en este momento, sin prisa y sin acelerar el paso, la figura de Sverdlov emergió como si hubiera surgido a través del suelo. Con su aplomo habitual avanzó hasta la tribuna, literalmente, sin tener en cuenta al eserista anciano venerable, tocó el timbre y con una modulación sin el menor rastro de tensión, en alta voz, con una calma glacial declaró abierta la primera sesión de la Asamblea Constituyente. Menciono estos detalles de esta escena, porque psicológicamente se estableció el tono para todo el curso posterior de la sesión. A partir de ese momento la izquierda se hizo dueña absoluta de la situación. El Centro, todavía furioso, parecía contraído con una mueca de dolor y se arrugó con la ducha fría que le dió Sverdlov. Éste, con un tono glacial, fue hablando para dejar claro la firmeza y la total decisión del gobierno revolucionario”.

En esa primera intervención, Yákov anunció “La Declaración de los Derechos de los trabajadores y explotados”, según la cual Rusia se proclamó República de los Soviets de Obreros, Soldados y Campesinos. De hecho, todo el poder paso a manos del Congreso de los Soviets, y la Asamblea Constituyente fue abolida.

Es elegido Presidente del Comité Ejecutivo Central (VTsIK), a propuesta de Lenin, en sustitución de Kamenev. En Enero de 1918, preside la comisión que redacta la Constitución de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. De hecho, fue responsable del Estado Soviético hasta su muerte.



1918

Año excepcional en el desarrollo de la Revolución Soviética. Cada día se dividía en tres o cuatro días antiguos. La revolución estaba en peligro, el enemigo de clase interno y externo atacaba con todas sus fuerzas, y se acumulaban nuevas responsabilidades en los hombros de Sverdlov. Lenin es herido en un atentado. Yákov toma provisionalmente sus funciones políticas, siendo el encargado de dirigir con mano de hierro la lucha contra la contrarrevolución. Imparte, bajo su responsabilidad, las directrices para que se haga efectiva la firma del tratado de Brest-Litovsk con los alemanes, esencial para la supervivencia de la Revolución. Selecciona cuidadosamente a los miembros incorruptibles del Partido mandatándoles para que realizaran fielmente sus instrucciones, por los medios que fuesen. Era un gran psicólogo, de un simple vistazo conocía quién era el designado, qué es lo que había realizado, cuál era su principal aptitud y sobre todo si se podía confiar en él. Sus palabras eran breves y firmes cuando consignaba una cualidad o una deficiencia, pero dichas con delicadeza. Su memoria era inconmensurable. Por comodidad, Yákov vestía en todo momento un chaquetón negro, que más tarde se puso de moda entre los comisarios del Ejército Rojo.

Reunido bajo su dirección, el 30 de Agosto el Comité Central toma las medidas extraordinarias expuestas para acabar con la contrarrevolución, incluyendo el terror rojo. Informado en el hospital, Lenin detalla expresamente que todas las acciones se hagan por decreto del Comité Ejecutivo Central, con la firma de Sverdlov. Uno de sus principales objetivos es la preparación de cuadros comunistas para atender a las necesidades políticas de la población. Con la más enconada autodisciplina, se dedicaba a la formación, a dar charlas, sacando tiempo de donde fuera, creando una especie de escuela entre los instructores y agitadores del Comité Ejecutivo Central (en 1919 esta escuela se transformó en la Universidad Comunista Sverdlov, que en 1939 se transformó en la Escuela Superior del Partido, adjunta al Comité Central)

A todas sus funciones, se añaden los incesantes viajes que hizo por todos los frentes, por las regiones, para inculcar en la población las diferencias de clase del nuevo estado, de cara a la movilización general de los campesinos para la lucha contra el Ejército Blanco. De hecho, cuando en una localidad había que convencer a la población para que tomase las armas para defender a la Revolución Socialista, los camaradas designaban invariablemente a Yákov.

Su participación era insustituible, por su ímpetu, locuacidad y capacidad, por su utilización de palabras sencillas para aunar los sentimientos de rebeldía contra los opresores ricos junto con el apoyo al jóven Estado Soviético. Con voz baja, con palabras fáciles de entender, sobresalía de entre todos los oradores por su calma, aún en los momentos más tensos o desesperados. Su absoluto dominio de sí mismo, daba fuerza en sus oyentes, porque era su forma natural de hablar, sopesando en cada momento la palabra más justa. Participa en la organización de los Congresos de los Partidos Comunistas de Letonia, Lituania, Bielorrusia y Ucrania. Basándose en un ciclo de conferencias sobre la historia de la Internacional y los retos de la futura III Internacional, preparó un borrador para imprimirlo con el título "Ensayos sobre la historia del movimiento obrero internacional". No pudo terminarlo.


Sus enseñanzas

Participa en los preparativos del Primer Congreso de la Internacional Comunista en enero de 1919. Precisamente en aquel año, bajo las directrices inflexibles de Yákov Mijálovich Sverdlov, gracias al talento del equipo de organización del Comité Ejecutivo, con el apoyo de los obreros, campesinos y soldados, y con la participación activa de los mejores camaradas del Partido Bolchevique, se puso en pie el Estado Soviético. Una hazaña que hoy día ha quedado como una de las conquistas más importantes de la clase obrera mundial. De esa forma, se fue construyendo la URSS, con la participación de la mayoría de los trabajadores y campesinos, en la defensa de sus intereses.

Hacía tiempo que Yákov había cogido un resfriado. No se cuidaba debidamente, pero seguía trabajando, se negaba a guardar cama para tratar los estornudos. Bajo una tensión terrible, comiendo cachos de alimentos, durmiendo de tres a cuatro horas, casi al límite de su capacidad física, apenas tenía defensas. Contrae la fiebre tifoidea (tifus) en un viaje de Jarkov a Moscú, falleciendo en Marzo. Algunos revolucionarios dieron su vida en el campo de batalla, a otros en las cárceles del enemigo de clase, nuestro Sverdlov ofrendó su vida por la causa del Comunismo

Sus restos como homenaje están enterrados en la muralla del Kemlin. Una placa de mármol con su nombre está dentro del Mausoleo de Lenin, en Moscú. Al pie de su tumba, Lenin exclamó: “El camarada Yákov Mijailovich Sverdlov... no sólo es un símbolo eterno de devoción por la consecución de la Revolución, nos guiará como modelo de sobriedad y por su aptitud práctica de pleno contacto con las masas, a la vez que su actitud es ejemplo para el proletariado, para que sigamos adelante hasta la victoria completa de la Revolución Comunista Mundial”.


En su recuerdo

La Universidad Comunista Y. M. Sverdlov se fundó sobre la base de los cursillos de agitadores e instructores adjuntos al Comité Ejecutivo Central de toda Rusia, organizados por él en 1918. Más tarde, estos cursillos fueron reorganizados en la Escuela de Trabajos de los Soviets. Después de la resolución adoptada por el VIII Congreso del PC(b) de Rusia, de organizar una escuela superior adjunta al CC para preparar cuadros del Partido, la Escuela se transformó en Escuela Central de Trabajos de los Soviets y del Partido; en el segundo semestre de 1919, por decisión del Buró de Organización del CC del PC(b) de Rusia, la Escuela recibió el nombre de Universidad Comunista Y. M. Sverdlov.

Muchísimos dirigentes soviéticos e internacionales dieron en ella clases y tratados. Lenin dio en ella dos conferencias acerca del Estado. El texto de la segunda, pronunciada el 29 de agosto de 1919, no se ha conservado.


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