El comandante Manuel Piñeiro Losada, Barbarroja, como muchos le llaman, fue un hombre a la altura de la tarea sensible y monumental que le fuera encomendada: ser un conductor y un ejecutor esencial de la línea de solidaridad internacional trazada por el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
Este texto es parte de los homenajes a quien es uno de los héroes de la Revolución Cubana, combatiente de la Sierra Maestra y del Segundo Frente Oriental “Frank País”, que hoy, 14 de marzo de 2024, habría cumplido 91 años de edad. Y encierra además el objetivo de contribuir a divulgar su inmenso legado internacionalista, un tesoro de valores políticos, éticos y conspirativos diversos, perteneciente a los revolucionarios cubanos y de toda nuestra América.
Justo tres días antes de su 65 cumpleaños, el 11 marzo de 1998, este destacado dirigente de nuestra Revolución falleció producto de un accidente automovilístico, una noche en que estaba rebosante de júbilo, luego de reencontrarse con sus compañeros del Segundo Frente en los actos conmemorativos del cuadragésimo aniversario de su creación, en los parajes de la Sierra Cristal. Piñeiro había sido fundador en 1958 de esa importante articulación guerrillera, bajo las órdenes del comandante Raúl Castro Ruz.
II
Los hechos hablan: la estatura política y ética de Piñeiro, su humanismo y lealtad sin límites al pueblo cubano, y a su comandante en jefe Fidel Castro Ruz se han convertido en referentes que irán creciendo en lo adelante, de modo indetenible, a la par con los avances en la emancipación y unión latinoamericana y caribeña, por las
que tanto él bregara. Piñeiro caló en el pueblo cubano más de lo que podría suponerse, pues siempre rehuyó la vida pública. Los testimonios recibidos, junto a otras expresiones de reconocimiento a su persona, así lo confirman.
Estas páginas traslucen su amplitud de miras y el carácter inclusivo y estratégico de su visión y de la acción internacionalista que desarrolló, siempre bajo la dirección estratégica de Fidel. El espacio geográfico, demográfico, político y cultural que el Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, denominara “Nuestra América”,
siempre ha sido el escenario natural y uno de los principales ámbitos de la política internacional desplegada por la Revolución Cubana. Bajo la guía de Fidel se estableció un sistema integral y armónico de política exterior y solidaridad. Varias vertientes de internacionalismo político se desarrollaron y canalizaron, mediante las organizaciones de masas y sociales cubanas, y de diversas instituciones de Estado, incluida una fecunda y hábil labor diplomática de genuina naturaleza revolucionaria. Algunas acciones de carácter operativo, requirieron del quehacer discreto y sacrificado de compañeros y compañeras de cuerpos e instituciones especializados.
Las delicadas tareas de apoyo al movimiento revolucionario, e incluso a aquellos que libraban la lucha armada contra sangrientas dictaduras, la Revolución Cubana las llevó a cabo —más allá de falsos estereotipos— a la par de una amplia labor de influencia política y de relaciones muy diversas. Estas se desarrollaron sin sectarismos, con los más variados sectores y personalidades, incluidos partidos y organizaciones políticas, movimientos sociales, entidades religiosas y militares patriotas. En esa labor primaba el propósito de contribuir a quebrar el dominio imperialista sobre nuestros países, concepto fidelista en línea con el pensamiento martiano.
En la Plaza de la Revolución José Martí, el 2 de septiembre de 1960, se aprobó la Declaración de La Habana, que proclamó a los cuatro vientos “el deber de las naciones oprimidas y explotadas a luchar por su liberación; el deber de cada pueblo a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados o agredidos, sea cual fuere el lugar del mundo en que estos se encuentren y la distancia geográfica que los separe”.
III
Como viceministro primero del Ministerio del Interior (Minint), fundado el 6 de junio de 1961, el comandante Piñeiro creó el núcleo inicial de lo que posteriormente serían el órgano inteligencia política y el órgano de solidaridad con las luchas de otros pueblos.
El denominado Departamento “M” poco después se convirtió en el Viceministerio Técnico del MININT. En 1970 se decidió deslindar las dos funciones principales que dentro de ese órgano se realizaban. De tal delimitación surgieron la Dirección General de Inteligencia (DGI) y la Dirección General de Liberación Nacional (DGLN). A tono con su
vocación, Piñeiro optó por, y se le asignó ser, el jefe de esta última.
La concepción de Fidel, con estricto apego a la cual en todo momento actuó Piñeiro, era que la Revolución Cubana siempre necesitaría contar con un órgano especializado para establecer, mantener y desarrollar los nexos con las fuerzas sociales y políticas revolucionarias, de izquierda, progresistas, democráticas, y otras que mantuviesen posiciones respetuosas y amistosas con Cuba. Un órgano de solidaridad con gran flexibilidad respecto a sus funciones, sus características y su ubicación en el sistema institucional del país.
En su segunda visita a Nicaragua posterior al triunfo de la Revolución Popular Sandinista, realizada en enero de 1985, para participar en la toma de posesión del presidente Daniel Ortega, Fidel conoció que el Frente Sandinista de Liberación Nacional había disuelto su Departamento de Relaciones Internacionales y enviado a sus funcionarios a los Batallones de Lucha Irregular que combatían a la contrarrevolución armada. Con todo el respeto y el tacto político y personal que lo caracterizaron, en el encuentro que sostuvo con la Asamblea Sandinista, Fidel planteó a sus miembros que el órgano de solidaridad no se destruye: que, si fuese necesario, se le podía
modificar el contenido de trabajo, se le podía reubicar, se le podía reducir y/o bajarle el perfil, pero nunca destruirlo porque más tarde o más temprano se le volvería a necesitar. Su razonamiento era que, cuando se volviera a necesitar, se habrían dispersado los cuadros, perdido las relaciones y olvidado el conocimiento acumulado. Lo dicho por Fidel a las y los compañeros sandinistas era lo que él mismo había hecho y luego seguiría haciendo con el órgano de solidaridad que en 1970 adquirió institucionalidad propia como DGLN.
Después, entre 1974 y1975 se reajustó el contenido de trabajo, al ubicarse dentro de las estructuras del Partido y se jerarquizaron las tareas de naturaleza política. Se creó entonces el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CC-PCC). Los cambios en el órgano solidaridad que genéricamente se le conoce por el nombre que tuvo durante su segunda etapa de vida, es decir, el Departamento América, fueron siempre acordes con las variaciones que se iban produciendo en los contextos y las características de la situación internacional y, en especial, de acuerdo a las variaciones que se iban produciendo en las condiciones y particularidades de las luchas sociales y políticas en América Latina y el Caribe.
IV
Debido a la situación internacional en la década de 1960, caracterizada por grandes movimientos de protestas en los Estados Unidos y Europa Occidental, por el auge de las luchas anticolonialistas en Asia y África, y con las luchas de liberación nacional en América Latina, el trabajo de solidaridad y apoyo al movimiento revolucionario se desarrolló a tono con la letra y el espíritu de la Segunda Declaración de La Habana en 1962, y con los acuerdos de la Conferencia Tricontinental, en 1966, y de la Conferencia de Solidaridad con los Pueblos de América Latina, en 1967.
Hacia finales de los años sesenta e inicios de los setenta del pasado siglo, se amplía y diversifica el horizonte de las relaciones y de la solidaridad de la Revolución Cubana en el continente americano. Incluso en Estados Unidos se desarrollaban las luchas del movimiento estudiantil y las grandes demostraciones antibélicas y contra la agresión estadounidense a Vietnam, así como la lucha de los negros contra la opresión y por sus derechos civiles. Son luchas de naturaleza y origen autóctono, pero en un contexto social donde muchos activistas y sus bases cobraban aliento y admiración ante la Revolución Cubana y su carácter popular.
En 1969 viaja a Cuba el primer contingente de la Brigada Venceremos, integrado por ciudadanas y ciudadanos estadounidenses dispuestos a desafiar la prohibición de visitar nuestro país, quienes realizan trabajo voluntario y dedican su estancia a conocer directamente al pueblo cubano y su revolución. Asimismo, se produjeron intercambios con muchos líderes afronorteamericanos, delegaciones de los pueblos originarios de ese país y otros que visitaban Cuba. Por esos años surgen los gobiernos militares progresistas de Juan Velasco Alvarado en Perú (1968) y Omar Torrijos en Panamá (1968) con los que se estrechan lazos y a los cuales se les brinda solidaridad en diversos ámbitos. Es también el momento en que se inicia la gesta del presidente mártir Salvador Allende Gossens, quien al frente de la Unidad Popular gana la presidencia de Chile en 1970. La solidaridad brindada por Cuba a aquel gobierno fue múltiple, solo acotada en el plano militar por los límites que estableció el propio Allende.
Después del golpe de Estado de 1973 las estructuras dirigidas por Piñeiro apoyaron de múltiples maneras a las y los combatientes contra la dictadura de Augusto Pinochet. En ese periodo de dictaduras militares y de desenfrenada injerencia yanqui en la región, Cuba brindó apoyo y propició entrenamiento a luchadores y patriotas del Uruguay, Argentina, Brasil y de otros países. Desde fines de los años setenta y durante todo el decenio de los ochenta, el mapa político regional fue cambiando. En primer término, con los triunfos de la insurrección del Movimiento de la Nueva Joya, en Granada y la Revolución Popular Sandinista, en Nicaragua, en abril y julio de 1979, respectivamente. Esos procesos fueron seguidos por el auge de las luchas revolucionarias en El Salvador, Guatemala y Honduras, y por el progresivo desmontaje de las dictaduras militares de “seguridad nacional” en el Cono Sur, resultantes de las luchas populares y de un reacomodo de la dominación imperialista y de las oligarquías.
Con el arribo del republicano Ronald Reagan a la presidencia de los Estados Unidos, al tiempo que crecen las tensiones bilaterales con Cuba, incluso con amagos de invasión a la isla, en América Latina y el Caribe, el imperialismo aprovecha la situación creada por el magnicidio de Maurice Bishop para desplegar sus tropas en Granada y se aventura en una escalada de agresiones y en una guerra descarnada mediante bandas armadas, contra el gobierno nicaragüense. A la par, agudiza sus contradicciones con los gobiernos al sur del río Bravo, debido a que descarga sobre ellos el peso de la crisis de la deuda externa y por su apoyo a Gran Bretaña en la guerra de las Malvinas.
En virtud de la decisión de las fuerzas revolucionarias centroamericanas de favorecer los procesos de diálogo y negociación para resolver los conflictos armados en la región, el apoyo de la Revolución Cubana a esas fuerzas y a tales procesos negociadores, contó con el respaldo activo del Departamento América, al tiempo que en su ámbito de trabajo apoyaba la batalla librada por Fidel en la campaña continental por el no pago de la deuda externa, y más adelante en la campaña internacional contra la globalización neoliberal.
Durante una reunión con Fidel, de izquierda a derecha los compañeros Joa, Juan Carretero, el periodista chileno Sergio Pineda, el comandante Manuel Piñeiro y Armando Campos.
V
En la medida en que esos temas ecuménicos, como la solidaridad mundial con las fuerzas revolucionarias centroamericanas, la deuda externa, la globalización neoliberal o el inicio de la crisis terminal del llamado bloque socialista europeo, demandaban una mayor integración del trabajo de relaciones internacionales del PCC, entre mediados y finales de la década de 1980 el Departamento de América se convierte en el Área de América del unificado Departamento de Relaciones Internacionales del Partido. Aunque manteniendo un alto grado de identidad y el nexo directo con Fidel.
A lo largo de la década de 1990, el Área de América estuvo a cargo de cumplir en el plano político buena parte de los intereses de la Revolución Cubana en el continente americano, derivados del derrumbe del bloque socialista europeo, incluida la Unión Soviética, que provocó una profunda recomposición de todo el espectro de las fuerzas políticas revolucionarias, de izquierda, progresistas y democráticas del continente. Hasta que, con el inicio de la Revolución Bolivariana en 1999, conducida por un nuevo líder continental, Hugo Chávez, se dinamizan de modo acelerado las luchas antimperialistas, populares y democráticas y los procesos de integración y unión de nuestra América.
La labor de solidaridad dirigida por Piñeiro hacia los países de la región, siempre con un enfoque amplio y la orientación de Fidel, estuvo acompañada por muchas de nuestras organizaciones de la sociedad civil cubana en su trabajo internacional, como sigue siendo en la actualidad. En conjunto con la Unión de Jóvenes Comunistas, las organizaciones de masas y otras organizaciones no gubernamentales ellas desarrollan un intento trabajo en espacios como el Foro de Sao Paulo, el Foro Social Mundial, los encuentros de los pueblos de América, y todas las actividades desarrolladas en torno a los 500 años de resistencia indígena, negra y popular que marcan las pautas de esta etapa. Muchas de tales faenas se desarrollaron con apoyo y estrecha colaboración de las entidades especializadas que dirigía Piñeiro.
VI
En 1992, después de 30 años en esas tareas, Piñeiro es sustituido en el cargo. Pero no cesa en la práctica su presencia y su liderazgo entre quienes siguieron responsabilizados de continuar la labor solidaria, con visitas cotidianas sorpresivas a nuestras oficinas o invitaciones a reuniones en su casa. A la par, mantenía fluidos contactos con Fidel y una fraterna relación con el nuevo jefe del área América, José Arbesú Fraga, antiguo subordinado suyo. Se mantuvo de tal modo, en cuerpo y alma, en interacción con sus colaboradores hasta el accidente que cegó su vida, ocurrido poco después de que recibiera la autorización del Comandante en Jefe para escribir la historia y parte de las interioridades del trabajo de solidaridad realizado por los órganos dirigidos por él desde el triunfo de la Revolución. Saber histórico que, lamentablemente, en gran medida se perdió debido a su inesperada desaparición física.
El triunfo y la reelección continua de gobiernos revolucionarios y progresistas en un número considerable de países de América Latina y el Caribe, y el auge de los movimientos sociales y los partidos de izquierda en la primera década del presente siglo, es en determinada medida cosecha del quehacer solidario integral realizado por la Revolución Cubana. De las ideas debatidas y consensuadas en los foros, redes, campañas que provienen de la década anterior, surgen las plataformas de esos gobiernos y de los mecanismos regionales de concertación política e integración económica, como Alba-Tcp, Unasur y Celac.
Entre esos frutos, destaca el levantamiento de las sanciones de la OEA contra Cuba, durante la Asamblea General de esa organización efectuada en Honduras, en junio de 2009. Ello fue resultado directo del sustantivo cambio en la correlación de fuerzas a escala hemisférica que impulsó a la administración de Barack Obama a emprender un proceso de normalización de las relaciones con Cuba.
En tales hechos han estado las influencias acumuladas de muchos años de labor e interacción de la Revolución Cubana con un amplio espectro de fuerzas sociales de la región. Y como parte entrañable de esos nexos, sobresale la discreta, leal y eficiente contribución del comandante Barbarroja, desde los distintos órganos operativos y
solidarios que encabezó. En particular, el ente de solidaridad de la Revolución Cubana que todas y todos recuerdan con el nombre Departamento América, cuya labor se extendió durante más de una década después de la partida física de Piñeiro.
BREVES NOTAS SOBRE SU TRAYECTORIA
Nació en Matanzas el 14 de marzo de 1933, fruto de una familia de migrantes españoles, gallegos, siendo el menor de los tres hijos del matrimonio de Serafín Piñeiro y Elisa Losada. Creció en un ambiente familiar económicamente acomodado, donde se inculcaba la ética del trabajo, vivir con honradez y espíritu de justicia. Se educó alternando sus estudios con el trabajo en el café la Dominica, del que era dueño la familia Piñeiro Losada.
El golpe de Estado del 10 de marzo lo encontró finalizando sus estudios de bachillerato. Como otros muchos estudiantes, se declaró contrario al régimen batistiano y se vinculó a las protestas estudiantiles contra la dictadura. Alertada y con el fin de alejarlo de tan convulso escenario, su madre tomó la decisión de enviar a su amado Manolito a estudiar Administración de negocios a Estados Unidos.
En ese país se desarrollaron aún más sus inquietudes políticas. Gran impacto tiene en él, durante su estancia en Nueva York, la noticia de la invasión mercenaria con auspicio de la C.I.A. y el golpe de Estado contra el gobierno de Jacobo Arbens en Guatemala. Asimismo, el joven Piñeiro desarrolla un visceral rechazo a las desigualdades sociales y a la discriminación que pudo apreciar durante sus estudios en la Universidad de Columbia en Nueva York. Allí su ya descollante figura entre el estudiantado latinoamericano, lo llevó a ser uno de los candidatos a Secretario General de la organización de estudiantes latinos en aquel centro de estudio.
En aquella ciudad conoció a la joven bailarina estadounidense Lorna Burdsall, la cual correspondió al interés por ella al ver las dotes, la gracia y la soltura con Piñeiro bailaba el mambo, y al apreciar posteriormente sus cualidades humanas. Se unieron en matrimonio el 10 de junio de 1955, a escondidas de la familia. Ese mismo años regresa a Cuba, se conecta con el ambiente anti dictatorial y en agosto, por decisión de la Dirección Nacional del recién creado Movimiento 26 de Julio, se constituye la Dirección Provincial en Matanzas, en una reunión efectuada en Jovellanos, presidida por Antonio “Ñico” López, Faustino Pérez, Aldo Santamaría y el propio Piñeiro. Quedó al frente de las Brigadas Juveniles y Estudiantiles en la provincia. Ejecuta actividades conspirativas y acciones contra la dictadura.
Buscado por las fuerzas represivas es detenido y fichado por actividades insurreccionales, razón por la cual la dirección del Movimiento le instruye trasladarse a La Habana, donde, con un notable apoyo de su esposa Lorna, continúa desarrollando riesgosas e importantes actividades revolucionarias, incluyendo el trasiego de armas que hizo llegar a la Sierra Maestra.
Cuando la situación ya lo exigía se le indica trasladarse a las montañas orientales. Incorporado el 10 de julio de 1957 a la Columna N° 1 dirigida por Fidel, Piñeiro participó en numerosos combates en la Sierra Maestra, destacándose por su tenacidad en la lucha, arrojo y valentía. Después de tomar parte en el segundo combate de Pino del Agua, dirigido por Fidel, dada sus valiosas cualidades se hizo merecedor de integrar la columna 6 Frank País al mando del Comandante Raúl Castro, para fundar el II Frente Oriental Frank País, en la Sierra Cristal, el día 11 de marzo de 1958, luego de agotadoras jornadas de marcha y de burlar el cerco del ejército batistiano.
En el II Frente se destacó muy rápidamente por su versatilidad, inteligencia y laboriosidad, por lo que el Jefe del Segundo Frente comenzó a darle diversas tareas de dirección. Su presencia se hacía notar en los lugares de mayor peligro y aportaba seguridad, firmeza y confianza. Allí Piñeiro fue un puntal inseparable de Raúl; un combatiente capaz de unir, atraer, organizar y controlar, un hombre intachable. Fue ascendido a capitán y nombrado jefe de personal e inspección territorial y miembro de la Comandancia central. En tal condición, Piñeiro tenía subordinada a esa dirección las secciones de Radio, Claves y Mapas Militares, Personal, Radio y Comunicaciones, inspección territorial y la sección de Policía Rebelde e Inteligencia. O sea concentraba todo lo relacionado con los aspectos más secretos de la guerra, pero también con un alto contenido político.
El 28 de diciembre del 1958 luego de la toma de Palma Soriano por las fuerzas rebeldes dirigidas por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, junto a otros seis destacados combatientes guerrilleros, Manuel Piñeiro es ascendido al grado de comandante.
En enero de 1959, cuando Fidel y luego Raúl deben ubicarse en La Habana, por órdenes de Fidel, Piñeiro es nombrado como jefe de la importante Plaza Militar de Oriente, con sede en Santiago.
Como ejemplo de su temprana visión e impronta políticas, está el impulso que dio a la organización y festejos del 1º de mayo en Santiago de Cuba, en los que desfila por primera vez en Cuba una representación de la milicia obrera y campesina cuyo mentor obviamente era Piñeiro. Acción quizás algo prematura y preocupante para la
burguesía criolla, pero que definía claramente la posición política del barbado jefe del Ejército Rebelde en la provincia de Oriente.
A mediados de 1959 se incorpora al Estado Mayor del Ejército Rebelde en La Habana. Poco después, luego que se desbaratara acá una conspiración trujillista, Piñeiro acompaña a Raúl Castro en una visita urgente a Santiago de Chile en agosto de 1959, con información y orientaciones para el Canciller Raúl Roa. Este asistía a una Reunión de Consulta de la OEA, pero la fuerza de los elementos que recibió Roa, posibilitaron desarticular los planes que los yanquis orquestaban para una temprana acción colectiva contra Cuba. Algo antes, cuando se encontraba Fidel de visita en Estados Unidos, Barbarroja también, a solicitud de Fidel, había acompañado, a Raúl a la ciudad de Houston para coordinaciones y consultas.
En los últimos meses de ese año, bajo el nombre de Celestino Martínez, como consta en el pasaporte que utilizó en ese viaje, totalmente afeitado y sin su llamativa barba roja, parte a Moscú y se incorpora, en el mayor secreto, a un curso de inteligencia en la escuela de la KGB. En una carta que le envía a su esposa Lorna, dice “Tenemos que prepararnos, porque la lucha será muy larga y frente a enemigos poderosos”.
El 6 de junio de 1961 se funda el Ministerio del Interior, que tenía al comandante Ramiro Valdés como Ministro y a Manuel Piñeiro como Viceministro Primero. Desde ese momento y con un pequeño grupo de jóvenes oficiales, comienza a conformar la Dirección de Inteligencia, que llevó el nombre de Departamento M que devino unos años más tarde en la Dirección General de Inteligencia (DGI). Entre marzo y abril de 1962, Piñeiro integra como vocal los tribunales revolucionarios que juzgaron a los casi 1.200 mercenarios capturados después de la derrota de la invasión por Playa Girón en abril de 1961.
Más tarde, con Piñeiro al frente, se crea la Dirección de Liberación Nacional del Ministerio, desde la cual, con muy estrecha sintonía con el Comandante en Jefe Fidel Castro, se dedicó a la atención del movimiento revolucionario democrático y progresista, especialmente de América Latina y el Caribe, pero también de África, en una etapa en que se desmoronaba el colonialismo, y venía arreciando el intervencionismo estadounidense contra la soberanía de los países de Nuestra América y proliferaban las dictaduras militares y regímenes entreguistas.
Entre las muchísimas y delicadas misiones que él dirigió, cumpliendo a pie juntillas las directrices del Comandante en Jefe y del Che, estuvo la llamada Operación Camilo Cienfuegos, que implicó burlar a la CIA y a todos los servicios de la Comunidad de Inteligencia yanquis y sus acólitos en la región, al lograr trasladar al Che y a grupo de heroicos combatientes desde Cuba a Bolivia, sin que pudieran ser detectados, a la par de estructurar una red clandestina de apoyo local para iniciar la gesta guerrillera en ese país.
Es electo para integrar el Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su creación en 1965 y permanece en él hasta 1997.
A comienzos de 1975, se crea el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, cuya dirección le es encomendada y donde aumenta su interacción y apoyo al Comandante en Jefe y Primer Secretario del Partido, el compañero Fidel. En la nueva entidad Piñeiro es acompañado por parte del experimentado personal que había estado bajo sus órdenes. En ese departamento, de carácter eminentemente político y solidario, se asume un marco de relaciones más amplio y las funciones de influencia y métodos políticos se ven jerarquizados. Era parte del propósito más amplio de nuestra Revolución de contribuir al quiebre del dominio del imperio yanqui en la región y de avanzar hacia la unidad latinoamericana y caribeña.
Tuvo dos hijos, Manuel Kahlyl, de su primer matrimonio con Lorna Burdsall, y Camila, de su unión con la socióloga chilena Marta Harnecker.
Falleció en un lamentable accidente el 11 de marzo de 1998, exactamente a los 40 años de cuando, en igual fecha y como parte de la Columna 6 Frank País, Piñeiro participara bajo el mando de Raúl en la apertura del Segundo Frente. Su muerte tuvo lugar tres días antes de cumplir 65 años de edad.
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