"Frente a las enfermedades que genera la miseria,
frente a la tristeza, la angustia
y el infortunio social de los pueblos,
los microbios, como causas de enfermedad,
son unas pobres causas".
Ramón Carrillo
El 7 de Marzo de 1906, nacía en la Provincia de Santiago del Estero, Ramón Carrillo, que se convertiría, con el correr de los años y en función de la coyuntura favorable, en el Gran Sanitarista Argentino.
Su hermano Arturo al evocarlo en su libro "El hombre… el médico… el sanitarista" dice que Ramón como "Creador del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación, su labor fue de gran trascendencia pues no sólo abarcó el país sino que se proyectó a toda América Latina y el mundo, de modo tal que sus principios constituyen una de las bases de la Organización Mundial de la Salud, en especial cuando declara a la Salud como un derecho inalienable de los pueblos y obliga al Estado a garantizarlo en forma indelegable".
Su padre, don Ramón Carrillo, fue profesor (docente egresado de la Escuela Normal de Paraná), periodista y político (tres veces diputado provincial); su madre fue doña María Salomé Gómez Carrillo.
"Era el mayor de los once hermanos que componían el resto de la familia". Bisnieto de don Marcos Carrillo, que había sido un oficial español que cayó prisionero del General Manuel Belgrano en la batalla de Salta. Posteriormente, en 1819, fue liberado y se casó con doña Ascensión Taboada.
Ramón Carrillo realiza sus estudios primarios en la Escuela Normal "Manuel Belgrano", de la Ciudad de Santiago del Estero. Rindió en carácter de libre los grados quinto y sexto lo que le permite ingresar al Colegio Nacional de su suelo natal a la edad de doce años.
En 1922, a los 16 años, publicó una monografía histórica, "Juan Felipe Ibarra: su vida y su tiempo", con la que ganó una medalla de oro, premio instituido por las "Damas Patricias" de su provincia; poco después presentó otro trabajo, "Glosa de los servidores humildes", en el que deja ya sentado precedentes sobre la necesidad de protección de la vejez.
En 1923, a los diecisiete años, egresa como Bachiller con medalla de oro.
En 1924, con sólo 17 años, comienza a cursar estudios en la Facultad de Medicina de Buenos Aires.
En 1927 obtuvo, por concurso de calificaciones, el cargo de Practicante Externo del Hospital de Clínicas y, casi al mismo tiempo, comenzó sus tareas como redactor de las Revistas del "Círculo Médico Argentino" y del "Centro de Estudiantes".
Conoce al Doctor Manuel Balado, importante neurocirujano argentino con formación en los Estados Unidos, y realizan, conjuntamente, trabajos científicos que fueron calificados como los primeros publicados en serie y de una alta calidad en los métodos investigativos.
A los 22 años de edad recibe su título de Médico.
En 1930, en virtud de sus altas calificaciones y por la calidad de sus trabajos, ganó la "Beca de la Universidad de Buenos Aires", que consistía en tres años de perfeccionamiento en Europa.
Eligió capacitarse en Holanda, Francia y Alemania. Europa, que le sirve para aumentar sus conocimientos médicos, le permite presenciar los profundos cambios políticos que se estaban produciendo (1930 - 1933).
"En octubre de 1932, Carrillo representó a la Argentina en el Primer Congreso de Neurología, en Berna, Suiza, siendo el participante más joven y uno de los más activos".
Regresa al país en 1933 y los doctores Arce y Balado "le confiaron de inmediato la organización del Laboratorio de Neuropatología del Instituto de Clínica Quirúrgica, lo que pudo ejecutar dividiendo su tiempo entre la neurocirugía a la mañana y el laboratorio a la tarde". Durante ocho años, y sin consultorio privado, se dedicó "tiempo completo" a esta actividad.
"Es decir que durante todos esos años, posteriores a su graduación, se dedicó exclusivamente a la investigación y estudio de las materias básicas de su especialidad y a la elaboración de numerosos trabajos científicos, de la misma orientación, manteniendo estrecha relación e intercambios de informaciones profesionales con los investigadores de la Escuela Neurobiológica Argentina en el Hospital de Alienadas y el Hospicio de las Mercedes, luego Hospitales Moyano y Borda".
Cuando regresa al país es también el año del pleno apogeo de la Década Infame, "donde puede vivenciar el sistemático saqueo y destrucción que sufre su patria, en un período caracterizado por la profunda decadencia moral de la dirigencia, donde se impone la corrupción, el negociado, la enajenación del patrimonio nacional y el empobrecimiento de una gran mayoría poblacional".
Adhiere entonces al llamado pensamiento nacional que tiene verdadero auge en esos tiempos. Su grupo más representativo, F.O.R.J.A. es fundado el 29 de junio de 1935 en un sótano ubicado en la Avenida Corrientes 1778 de la Capital Federal y entre los socios fundadores estaban Arturo Jauretche, Juan B. Fleitas, Manuel Ortiz Pereyra, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Atilio García Mellid, Jorge del Río, Raúl Scalabrini Ortíz y Homero Manzi, entre otros. Carrillo se vincula, justamente, con éste último, coterráneo y condiscípulo en la infancia, y así complementa su educación científica con las ideas políticas y culturales que éstos propugnaban.
"Vive la bohemia literaria y filosófica de los cafetines de Buenos Aires". Leía a José Pedroni, Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones; se relacionó también con Armando y Enrique Santos Discépolo; y manifestó una definida inclinación por la pintura argentina, iniciando la formación de una importante pinacoteca.
Queda claro que abrevó políticamente en el nacionalismo de esa época y advirtió que éramos "un país cultural, mental y económicamente colonizado", y tomando conciencia de que se hallaban dispersas las fuerzas capaces de modificar esa situación.
En 1937 recibe el Premio Nacional de Ciencias. Y en 1939 se hace cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central.
Este cargo le permite conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país. Al tomar contacto con las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar, procedentes de todo el país puede comprobar que prevalecen enfermedades vinculadas con la pobreza, sobre todo en aquellos de provincias postergadas.
Lleva a cabo estudios estadísticos que dan un resultado casi escalofriante: el país sólo contaba con el 45% de las camas necesarias y distribuidas de manera desigual. En algunas regiones las camas por cada mil habitantes eran del cero por ciento.
"Los hospitales gratuitos del Estado o de las sociedades de beneficencia se desenvolvían en condiciones precarias, por falta de personal, alimentación, medicamentos e instrumental. Las zonas rurales estaban totalmente desprotegidas… Los centros hospitalarios conservaban el espíritu de caridad que las sociedades de beneficencia le habían impreso desde el siglo anterior, muy alejado, más allá de sus buenas intenciones, del carácter de servicio público que debían tener".
Ramón Carrillo ha sido premeditadamente olvidado, hasta ahora, de los anales de la Salud Pública, de la medicina sanitaria, de la lucha contra las enfermedades endémicas y de una medicina organizada e integrada. De un plan de salud para todo el país.
Carrillo accedió en 1941 como Profesor adjunto en la cátedra de Neurocirugía, y en 1942, al morir el profesor Manuel Balado, Titular de dicha Cátedra, se presenta a concurso para reemplazarlo, con un bagaje de antecedentes y trabajos que conformaban una acabada demostración de su talento. Realizó un interinato de unos meses y luego recibió la confirmación, a los 35 años de edad.
En su conferencia inaugural sostuvo que la formación del neurocirujano debía ser estricta y muy cuidadosa, puesto que se requería del profesional que abrazara esa especialidad una extraordinaria capacidad técnica, salud física, gran entrenamiento intelectual y vastos conocimientos adquiridos metódicamente. Debía tener además el espíritu abierto a todos los vientos, "amasado el corazón"; no gritar, como el Mefistófeles de Goethe, "Nada sé decir del sol y de los mundos; sólo miro cómo sufren los hombres".
"No señores", decía Ramón Carrillo en aquel primer contacto con sus alumnos, "debemos abrir nuestros brazos al mundo y dirigir los ojos al sol. Debe ser el neurocirujano un hombre capaz de ocultar su triste destino al que ya no espera nada, manteniéndole el último destello de una ilusión. Cualquier espíritu noble estará con Santo Tomás: es preferible un sentimiento que consuela a una verdad que ilumina".
Y concluye: "Vosotros, desinteresados en las contiendas, limpios de los estigmas de las ambiciones, caeréis con sorpresa en las encrucijadas; el tiempo os despeñará del mundo de los sueños a los ásperos caminos de la vida. Entonces los más nobles sentimientos se pervierten en el vaso impuro del corazón humano si un ideal altruista y de trabajo no lo embalsama, purificándolo del mal de las codicias y de la convicción materialista de que la vida es botín legítimo del más fuerte".
La segunda guerra mundial había dividido al país en "neutralistas" y "rupturistas". Carrillo era neutralista coincidiendo con los argumentos de F.O.R.J.A., en el sentido que la guerra mundial era un problema entre países imperialistas, en el que Argentina no debía participar. Por esta razón fue tildado de "pro-nazi".
Desde la Universidad, Carrillo venía apoyando al gobierno desde 1944, y por esos tiempos conoce en el Hospital Militar al Coronel Juan Domingo Perón, con quién mantiene innumerables conversaciones sobre la problemática nacional y en particular sobre la carencia de planes y servicios de salud para los más necesitados.
A principios de 1945 la Escuela de Medicina designa a Carrillo representante ante el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires.
En dicho cargo y apoyado por nacionalistas y forjistas, resiste presiones, lucha contra imposiciones arbitrarias, habla incansablemente con profesores y grupos de estudiantes para esclarecerlos sobre el problema argentino, pero logra escasos resultados.
Carrillo se aproxima cada vez más a la línea de F.O.R.J.A.; lee a Scalabrini Ortíz y siente que el movimiento que se está formando alrededor del Coronel Perón constituye la base ideológica de una fuerza de características nacionales.
Fue el creador, organizador y primer Presidente de la Escuela de Postgraduados en la Facultad de Medicina, con orientación hacia la medicina social y preventiva.
Fue fundador de la Sociedad Argentina de Historia de la Medicina, publicó 140 monografías sobre temas vinculados a la neurología, psiquiatría, histología y patología del sistema nervioso, con especial referencia a la neurocirugía y a la historia de la medicina.
Así mismo intuía que las legiones de "cabecitas negras" que arribaban a Buenos Aires eran adelantados del tiempo nuevo y que su acción, desde las fábricas, alcanzaría los objetivos que las armas no consiguieron.
El 17 de Octubre de 1945, Carrillo, que era Jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Militar, dispone que se reserve una habitación para Perón, ya que éste sería trasladado desde la isla Martín García.
Allí se produce, entre ambos (Perón y Carrillo), una simbiosis que significaría el germen de la Revolución Sanitaria más importante que conoció nuestro país.
Después de las elecciones del 24 de Febrero de 1946 el Doctor Carrillo pasó a ocupar un lugar importantísimo en la estructura del naciente peronismo. El 23 de mayo de ese mismo año, en acuerdo general de ministros, se crea la Secretaría de Salud Pública, con rango de Ministerio (pasaría a ser Ministerio con la Reforma Constitucional de 1949).
El 29 de mayo, mediante un Decreto del Poder Ejecutivo, el Profesor Doctor Ramón Carrillo fue designado Secretario de Salud Pública, cargo que asumiría el día 4 de junio de 1946 cuando el General Juan D. Perón se hizo cargo de la presidencia, y que conservaría hasta el 16 de Junio de 1954.
Al iniciar sus funciones, el Doctor Carrillo se encontró con una gran desorganización, con instalaciones sanitarias inadecuadas, y con falta de camas, de equipamiento médico, de insumos y de personal capacitado. Esto fue lo que lo motivó a comenzar a trabajar en una serie de cambios representados en tres puntos que el mismo Perón enunciaría:
1. Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la salud.
2. No puede haber política sanitaria sin política social.
3. De nada sirven las conquistas de la técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por los medios adecuados.
Carrillo marcó un interés especial en áreas que el Estado no había profundizado hasta entonces: la medicina preventiva, la medicina social y la atención materno-infantil.
Elaboró un plan de más de cuatro mil páginas, llamado "Plan Analítico de Salud Pública", en el que quedaba previsto hasta el más mínimo de los detalles. Todos los puntos del funcionamiento hospitalario estaban contemplados en este plan: cada empleado debería atender su función específica y todos ellos eran importantes por igual. El cuerpo médico dependía de que las áreas de mantenimiento, intendencia, lavandería, ropería, administrativa, contable, compras y personal cumplieran acabadamente con sus funciones.
También otorgó a la arquitectura hospitalaria una relevancia que no había tenido hasta entonces y promovió la construcción de centros de salud espaciosos, luminosos y funcionales. Incluso alentó la creación de una cátedra de Arquitectura Hospitalaria, así como la organización de cursos de instrumentación quirúrgica, enfermería, administración hospitalaria, hemoterapia, radiología, anestesiología, alimentación y muchos otros.
Como parte de su estrategia para mejorar la estructura sanitaria, Carrillo dividió el país en zonas sanitarias y planificó para cada una de ellas la atención específica de sus problemas, procurando lo que denominó "centralización normativa y descentralización ejecutiva", es decir que todos en la órbita de la Secretaría de Salud se regirían con las mismas normas y criterios, pero las decisiones y la atención directa quedaban bajo la responsabilidad de cada uno de los centros de salud, aun en el caso de los más pequeños.
Como ejemplo del buen funcionamiento de su estrategia puede mencionarse la llegada de la vacunación antivariólica y antidiftérica hasta los pueblos más aislados y distantes.
Su estrategia de planificación se vio potenciada por la acción de la "Fundación Eva Perón".
Sostenía Ramón Carrillo que "Los problemas de la medicina como rama del Estado no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría".
En su mensaje al Congreso Nacional el 19 de octubre de 1946, el Presidente Perón presentó los lineamientos del Plan del Poder Ejecutivo sobre Realizaciones e Inversiones para el Quinquenio 1947-1951. De ahí en más, se le conocería como "Primer Plan Quinquenal". Dijo su inspirador el General Perón: "Aspiramos a una liberación absoluta de todo colonialismo económico, que rescate al país de la dependencia de las finanzas foráneas".
Agregando: "Para aumentar otras conquistas sociales, necesitamos aumentar la riqueza y aumentar el trabajo. Nuestro plan considera en esta segunda etapa, multiplicar la riqueza y repartirla convenientemente; y con ello las nuevas conquistas sociales han de salir fecundamente de nuestro propio trabajo, sin perjudicar a nadie.
Sin bases económicas no puede haber bienestar social, es necesario crear esas bases económicas. Para ello es menester ir ya estableciendo el mejor ciclo económico dentro de la Nación y a eso también tiende nuestro Plan.
Debemos producir el doble y a eso multiplicarlo por cuatro, mediante una buena industrialización, es decir enriqueciendo la producción por la industria; distribuir equitativamente esa riqueza y aumentar el estándar de vida de nuestras poblaciones hambrientas, que son la mitad del país; cerrar ese ciclo con una conveniente distribución y comercialización de esa riqueza; y cuando el ciclo de la producción, industrialización, comercialización y consumo se haya cerrado, no tendremos necesidad de mendigar mercados extranjeros, porque tendremos el mercado dentro del país y habremos solucionado con ello una de las cuestiones más importantes: la estabilidad social, porque el hambre es muy mala consejera de las masas... nosotros queremos dar al país una gran riqueza, pero consolidada por un perfecto equilibrio social.
Queremos que en la extracción, elaboración y comercialización de esa riqueza, el capital y trabajo, sean asociados, colaboradores y no fuerzas en pugna, porque la lucha destruye valores; sólo la colaboración, la buena voluntad y la cooperación son las fuerzas capaces de construir valores y de aumentar riquezas".
Y consecuentemente se dispone una inversión en Acción Social del orden del 7,5 por ciento y de un 9,4 en Salud Pública.
La cantidad de nuevas camas proyectadas para esta etapa es de 80 mil, como así hospitales, salas de primeros auxilios y erradicación de enfermedades endémicas.
Debemos hacer un paréntesis para introducirnos en la evolución de los sistemas de salud.
En el mundo y durante muchos siglos, el rol de los hospitales no estuvo asociado, justamente, a la atención de salud.
Antes del siglo XVIII el hospital era esencialmente una institución de asistencia a los pobres y a la vez, una institución de exclusión; por aquellos tiempos el hospital y la medicina eran campos independientes.
El carácter asistencialista y de segregación de pobres, dementes, mutilados y prostitutas procedía de la antigüedad y estaba presente en los templos de Asklepios de Grecia y en los Valetudinarios del Imperio Romano, (ambos lugares éstos en donde la tradición atribuyó al médico el rol de sacerdote) y en los asilos y hospitales a cargo de congregaciones religiosas durante la Edad Media y el Renacimiento, dando origen así a que se cristalizara el origen divino de la medicina occidental.
Ya entrado el siglo XVIII, las transformaciones económicas y sociales fueron modificando las funciones hospitalarias. Al decir de Foucault, la "medicalización" de los hospitales se fue manifestando en su localización y en la distribución interna del espacio, en la institucionalización de la presencia médica y en la organización de registros permanentes.
Así el médico asumió la responsabilidad de la organización hospitalaria, a la vez que se conformaron colecciones de documentos, pasando a ser un lugar de cura y de adquisición de conocimientos.
En el siglo XIX, la aparición de hospitales públicos convirtió lo que había sido un servicio domiciliario en otro en el que primaban nuevas funciones que, al mismo tiempo, se vieron impulsadas por el progreso de la ciencia médica y por las nuevas ideas que se difundían tales como la ideología liberal de la Revolución Francesa, la Social de 1848 y la aparición del Socialismo.
La ampliación de las competencias del Estado democrático moderno y la aparición de las democracias sociales durante el siglo XX, consolidaron las funciones del hospital como centro de atención médica cada vez más complejo y al servicio de capas de población cada vez más extensas.
"Los nuevos roles externos de las instituciones de salud se acompañaron de una paulatina redefinición interna: el saber médico, potenciado por el auge de las ciencias biológicas y exactas y por el desarrollo de la tecnología, se afianzó como eje del modelo de atención considerado como ideal, con un fuerte predominio de la acción curativa, y con un abandono de los aspectos psicológicos y sociales del proceso salud-enfermedad".
El modelo de atención se vio incentivado luego de la Segunda Guerra Mundial por los grandes intereses económicos que se desarrollaron en el sector.
En Argentina, durante la época colonial, los establecimientos públicos mostraban las clásicas características de albergues para indigentes con escasa o nula actividad de atención de la salud.
La creación del Protomedicato dispuesta por el Virrey Juan José de Vértiz en 1779, dependiente del de Lima, (se inaugura el 17 de agosto de 1780 en una audiencia en la cual el primer Protomédico, doctor Miguel Gorman, dio una alocución en latín) fue la primera acción que, entre otros fines, procuró regular la actividad de los hospitales e introducir el conocimiento médico en los mismos.
El Protomedicato era una vieja institución española cuyos orígenes se remontan al Medioevo.
Varios años después de su creación, el Protomedicato de Buenos Aires incorporó a sus funciones la tarea de formar médicos y cirujanos. Surgió así en 1799 la Escuela de Medicina del Tribunal del Protomedicato de Buenos Aires, que inauguró sus cursos alrededor de 1801.
"Durante los primeros años de la emancipación, los hospitales corrieron una suerte azarosa, predominando la insuficiencia de recursos y la heterogeneidad de su dependencia. La situación se mantuvo sin variantes hasta el último cuarto del siglo XIX, en que dentro del modelo económico y social que se afianzó en el país, se incrementaron los esfuerzos para convertir a los hospitales en reales centros de atención médica. Pese a ello, persistió el criterio benéfico en su funcionamiento".
Luego (puesto en funcionamiento operativo el "gobernar es poblar" de Juan Bautista Alberdi) de la mano de la inmigración la tasa de población urbana de la Argentina se elevó notablemente, de un 42,8% en 1895 a un 57,3% en 1914.
En el artículo "Beneficencia y Asistencia Social: la política manicomial en Buenos Aires. 1880 - 1940" publicado en la "Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiátrica" (Año XI, volumen 9, Número 2, octubre de 2000), Marisa Requiere señala que: "En el período que va desde 1880 a 1940 se plasmaron en nuestro país una línea de ideas políticas, económicas y culturales que modificaron las estrategias médico asistenciales.
El aparato sanitario y de higiene pública secular, fue modelado según los cánones europeos, que se remontaban al intento de Rivadavia. Con el paso de los años cambió la fundamentación filosófica asociada con la asistencia de los carenciados y/o enfermos.
La ecuación beneficencia-caridad-filantropía apareció explícitamente en la obra político asistencial, encargándose el Estado de marcar las pautas de la beneficencia pública que deja de lado el marco privado que antes distinguía a la salud".
Y agrega: "La asistencia pública fue uno de los medios más nítidos a través de los cuales se podían solucionar los males de la sociedad: enfermedades pestilentes, como la fiebre amarilla, tuberculosis y por supuesto la locura".
Así también, la Doctora Alicia Moreau de Justo, durante sus prácticas en el Hospital de Clínicas comprobó que muchas enfermedades "tenían su origen en la miseria que sufrían los trabajadores condenados por un régimen social injusto", denunciando la situación de las mujeres destruidas por la prostitución y las enfermedades. (ver "Cultura y Nación", de Osvaldo Vergara Bertiche, "Alicia Moreau de Justo - combatiendo el dolor ajeno").
A contrapelo de toda esta situación de injusticia, con la llegada del primer gobierno justicialista, la gestión del Doctor Ramón Carrillo desde la Secretaría de Salud Pública constituyó un hito trascendente en el desarrollo de los servicios públicos de salud.
Pretendía que los hospitales no fueran casas de enfermedad sino casas de salud de acuerdo con la nueva orientación de la medicina, la cual tiende a evitar que el sano se enferme. Es durante su gestión que se desarrollaron las obras sociales.
El pensamiento científico práctico e intelectual de Ramón Carrillo puede sintetizarse, además, en que "el Hospital debe ser un hogar y no una antesala de la muerte", y "los servicios médicos constituyen un esencial derecho del hombre" y por ello "junto a la historia clínica del enfermo se levanta la historia social del hombre".
Sus intervenciones son precisas y profundas; sus mensajes son aleccionadores, dice: "La medicina moderna tiende a ocuparse de la salud y de los sanos y el objetivo principal es ya no curar al enfermo sino evitar estar enfermo".
"La medicina no sólo debe curar enfermos sino enseñar al pueblo a vivir, a vivir en salud y tratar que la vida se prolongue y sea digna de ser vivida".
Consecuentemente con este pensamiento, durante la gestión Carrillo, los trabajos que se llevaron a cabo por intermedio de la Subsecretaría de Construcciones del Ministerio de Salud, en forma conjunta con el Ministerio de Obras Públicas y por la "Fundación Eva Perón", darían como resultado la creación de 4.229 establecimientos sanitarios de distinto rango, con 130.180 camas.
El 15 de marzo de 2006, en Sesiones Ordinarias de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, se rinde homenaje a la memoria del Dr. Ramón Carrillo; la representante por Santiago del Estero, Señora Marta Sylvia Velarde señala, entre otras cosas, que: "Carrillo no vaciló, no titubeó y tampoco negoció. Se dispuso a estructurar un sistema de salud que, si bien era para todos los argentinos, beneficiaba fundamentalmente a los más necesitados. Existe un antes y un después de Carrillo en la historia de la salud de la Argentina.
Antes, la salud de las plantas y de los animales era mucho más importante que la de las personas. De hecho, existía una Dirección Nacional de Sanidad Animal y Vegetal, dependiente del Ministerio de Agricultura de la Nación, mientras que la salud de la gente era atendida por un Departamento Nacional de Higiene.
La lucha contra la garrapata era mucho más importante que la lucha contra la tuberculosis, contra el paludismo y otras enfermedades endémicas del norte argentino.
Debió llegar Ramón Carrillo en el año 1946 a la Secretaría de Salud de la Nación, que tenía rango de Ministerio, para que se duplicaran las camas hospitalarias y para que el sistema de salud comenzara a funcionar de una manera diferente.
Con él, el presupuesto en salud se incrementó diez veces, y podemos decir que la mortalidad infantil, que en 1945 era del 90 por mil, descendió a 56 por mil en 1954, mientras que la tuberculosis, que se llevaba 130 de cada mil argentinos en 1945, diez años después se llevaba 36 de cada mil.
Carrillo sabía que para poder perpetuarse, su obra debía quedar plasmada en una legislación básica, tal como lo hizo. Se ocupó de toda una legislación que tendía a la socialización de la medicina y a la semisocialización de la farmacia. En su época apareció un listado de especialidades medicinales que se vendían a precios populares. Él estaba convencido de que la salud no era el botín legítimo del más fuerte.
Hay hombres que viven la historia y otros que la hacen. Ramón Carrillo perteneció a esta última clase de hombres, a aquellos que hacen la historia. Hizo el bien con fuerza, con obstinación, con voluntad reformadora de una sociedad que lo necesitaba.
Abnegación, servicio, eficiencia y honorabilidad son algunos de los vocablos que califican su obra".
Asimismo el Diputado por Santa Fe, Dr. Hermes Juan Binner manifiesta: "Nuestro bloque adhiere a este justo homenaje que se está realizando a la figura del Doctor Carrillo.
La historia de la salud pública cuenta con el Doctor Carrillo como uno de sus mojones más importantes. Quienes hemos transitado por la salud pública sabemos del valor del Dr. Ramón Carrillo en la formación y en el concepto integral de la salud pública.
Vale rescatar su teoría del hospital; su concepción de la integración de lo americano con lo hispánico; el concepto fundamental del hospital a partir de módulos de complejidad de 30 camas, y la forma en la que se construían los hospitales que salían del modelo apabellonado francés.
Era un hito extraordinario no sólo para la Argentina sino para el mundo, que demostraba que aquí se estaba llevando adelante una política edilicia que servía precisamente a ese nuevo modelo de salud que se estaba desarrollando.
Por lo tanto, adherimos fervientemente a este homenaje y desearíamos que se reimpriman las obras completas de Ramón Carrillo que en su momento publicó la editorial Eudeba. Sería muy importante contar con una nueva versión de estas obras fundamentales para el entendimiento de la salud pública de nuestro país.
El Doctor Carrillo figura dentro de los grandes de la salud pública que ha tenido nuestro país, como Juan B. Justo, que introdujo la asepsia; Domingo Cabred, impulsor de los hospitales de principios del Siglo XX al igual que Ramón Carrillo y Arturo Oñativia, que tuvo una política de medicamentos destinada fundamentalmente a creer en el país, en la Nación y en los argentinos y a creer que realmente es imprescindible formular una propuesta de salud que nos integre a todos en igualdad de calidad y de condiciones".
Domingo Cabred, Médico Psiquiatra, (1859 - 1929) fue uno de los grandes médicos alienistas (psiquiatras) que tuvo nuestro país, y el creador de una manera de tratar a los enfermos mentales radicalmente distinta a las convencionales en su época.
Juan Bautista Justo, (1865 - 1928) fue un destacado cirujano. Gran investigador e innovador, introdujo en nuestro país las prácticas antisépticas en las operaciones quirúrgicas.
"Hubo una época en mi vida, en que pasaba el día en el hospital con los enfermos, los lisiados, los inválidos, las víctimas variadas de la miseria, de la explotación. ¿Valía la pena empeñarse tanto en conservar esas vidas, fatalmente condenadas a un vil sufrimiento? Gradualmente comprendí que había mucho de estéril e indigno en mi tarea, que aquello tenía algo de fanático y unilateral. ¿No era más humano ocuparse de evitar en lo posible tanto sufrimiento y tanta degradación? Y encontré en el movimiento obrero el ambiente propicio a mis nuevas y fervientes aspiraciones"; y con este estímulo y sus convicciones, fundó, junto a un grupo de compañeros de ideas, el periódico socialista La Vanguardia, y en 1896, también bajo su inspiración, el Partido Socialista.
Arturo Oñativia (1914 - 1983) era de personalidad multifacética. No sólo se destacó como médico, docente e investigador, sino también como político. Fue capaz de generar y gestionar, a través de la función pública, obras trascendentes de enorme envergadura y beneficio para la sociedad argentina. Fue un hombre que comprendió que el "bien común" es una causa por la que vale la pena luchar aunque se corra el riesgo de perderlo todo.
En 1963, durante el gobierno del Doctor Arturo Illia, fue convocado para ejercer el cargo de Ministro de Salud Pública. Desde ese lugar, Oñativia impulsó toda una serie de iniciativas fundamentales como la ley de "Reforma del Sistema Hospitalario Nacional" y de "Hospitales de la Comunidad", amén de la creación del "Servicio Nacional de Agua Potable", que garantizaba la provisión de la misma a las comunidades rurales.
Asimismo, fue de importancia estratégica la Ley de Medicamentos, conocida como Ley Oñativia, que le daba al medicamento un carácter de "Bien Social" al servicio de la Salud Pública y de la Sociedad. Esta ley, promulgada en 1966, reglamentaba un estricto control técnico de las drogas sujetas a la experimentación humana, además del control de precios, según la demanda de las mismas e inmediatamente derogada por el des-Gobierno usurpador de Onganía en el mismo año.
Ramón Carrillo, pertenece, sin dudas, a ese conjunto de eméritos hombres de ciencia comprometidos con lo social y lo político. Erradicó, en sólo dos años, enfermedades endémicas como el paludismo, con campañas sumamente agresivas. Hizo desaparecer prácticamente la sífilis y las enfermedades venéreas. Disminuyó el índice de mortalidad por tuberculosis y terminó con epidemias como el tifus y la brucelosis.
La acción de Carrillo es de indudable valor en el proceso de transformación de la realidad sanitaria de la época, pero también el legado más importante que ha dejado fueron sus ideas, principios y fundamentos que acompañaron este accionar
Tanto para ayer, pero sirviendo, fundamentalmente, para la actualidad, decía: "La caridad es una virtud cristiana admirable, pero no puede ser la base de una doctrina para el gobierno de la salud pública".
Pero también existe en Carrillo un elevado concepto de la lealtad en su práctica militante.
Señala en "A mediodía anocheció": "Allá en la tierra santiagueña, en el viejo cementerio entre unas piedras dispersas se encontró hace tiempo una lápida con esta inscripción: Chaupi Punchaupi Tutayara. Según la leyenda, tales palabras se grabaron en la tumba de un príncipe hijo del sol, muerto en plena juventud, mereciendo en grado sumo el cariño de sus súbditos: la inscripción quiere decir sencillamente: A mediodía anocheció.
Acabo de recordar la frase ahora, el corazón oprimido por la angustia ante el destino de Eva Perón. Destino misterioso y profundo el de esta mujer que entró en la inmortalidad como una princesa del sol. El mediodía es la plenitud del día. Sol alto y esplendoroso derramando su fuerza creadora, haciendo brotar de las entrañas de la tierra el máximo de las potencias que en ella se encierra.
Así Eva Perón, asciende en breves años hasta el ápice de su mediodía y con cariño inconmensurable por la humanidad doliente de su patria y más allá de la patria derrama el conjunto increíble de sus obras y acciones, todas ellas enderezadas al mismo fin: La felicidad de los más humildes, de los más olvidados, de los más desgraciados; también a su conjuro, mediante su fuerza sin límites físicos, aquilatado por un sufrimiento tremendo, Eva Perón transforma al lado de su Líder y el nuestro, la fisonomía y la esencia del pueblo argentino.
Los niños, los ancianos, las mujeres, los obreros, los enfermos de la carne y el alma, los rebeldes, los sin paz interior, los escépticos, los desesperanzados, los señalados por los aciagos signos del infortunio, reciben el amor de Eva Perón hecho creaciones que perdurarán mientras perdure la vida de los pueblos.
Transcurrirá tal vez mucho tiempo para valorar las gigantescas y universales dimensiones del espíritu de Eva Perón que ahora la contemplamos sólo como un hecho nacional e histórico.
Quienes hemos tenido el honor de trabajar cerca de ella sabemos que era imposible substraerse al influjo inextinguible de Eva Perón, a su singularísima captación de las necesidades del pueblo, las permanentes y las circunstanciales, a su magnético dinamismo, a su fortaleza realizadora. Subía su vida, como el sol a mediodía.
Y ahora también comprendemos por qué para ella no hubo pausa en la lucha, ni reposo alguno, ni baladí entretenimiento, ni un paso atrás ante los obstáculos de la incomprensión, de la mala fe, y hasta de la hostilidad que surgían ante ella, como surgen siempre ante los visionarios porque su personalidad evade el orden común.
Su fiebre de amor por el pueblo era contagiosa; emanaba de ella y transcurría por todos los canales de la vida argentina, haciendo surgir de la nada, esas realidades que se llaman Fundación Eva Perón. Ciudades Infantiles, Hogares-Escuelas, Ciudades Estudiantiles, Hogares de Tránsito, Hogares de Ancianos, Policlínicos, Escuela de Enfermeras y también la ayuda oportuna al sumergido para dignificarlo; la participación femenina en la vida política, social y gremial de la Nación incluso económica con su plan agrario, todo en fin, lo que recibe hoy en beneficio el pueblo de la patria; este pueblo que antes jamás, entregó a nadie su corazón y que ahora lo ha encerrado en un solo nombre: Evita.
Y al mediodía anocheció. Belleza, juventud, satisfacciones, descanso, todo ofrendó Eva Perón en aras de su amor por el pueblo, generado en su amor al Líder, compañero, guía y esposo. Sobre ella anocheció. Pero la hermosura del destino de Eva Perón, es la hermosura del bien.
Y lo impresionante de esta noche humana que nos atribula a todos los argentinos como la pérdida de algo propio, se compensa apenas con el convencimiento absoluto de que, hoy, mañana y siempre, Eva Perón vivirá en el amor de los humildes que son los elegidos de Dios y por eso Dios la recibirá en su seno entre el canto de los ángeles".
Esta conducta (Lealtad) la tenía tan arraigada que constituía una norma clave en su pensamiento y sobre el particular decía:
"La Lealtad es cosa de la que todo el mundo habla y muy pocos la practican, por la sencilla razón de que no es una posición espiritual al alcance de todo el mundo, ni todo el mundo está preparado para ser leal.
La Lealtad es virtud en unos e instinto en otros, pero es patrimonio generalmente de un grupo de hombres que la poseen de nacimiento, congénitamente. Son leales como son brutos, porque nacieron así.
En todos los demás la Lealtad es una virtud que exige sacrificio, riesgo, valentía, preocupación y cuesta, además, mucho trabajo. Si existe en un hombre inteligente es un fenómeno no congénito sino adquirido por una maduración larga y penosa; por maduración natural de los sentimientos inherentes a una cultura.
Se requiere saber mucho, y conocer muchas cosas para ser leal; dentro del grupo de hombres inteligentes es donde cuesta más esfuerzo.
La Lealtad se encuentra sólo en dos extremos: entre los muy brutos, pero bien brutos; y entre los inteligentes, pero muy inteligentes.
La lealtad se consigna como símbolo principal en el escudo de los Carrillo, en los ex Ruíz Díaz, hermanos gemelos, que lucharon espalda contra espalda defendiendo a su Dios y a su Rey. De donde tenían el apodo de Carrillos, muy digno de un restaurante, no obstante lo cual fueron incorporados a los nobles de España, tal vez porque además de su lealtad eran pantagruélicos comilones, tipo Edad Media.
La Lealtad está simbolizada por el galgo con una cadena al cuello, atado a una torre. La torre simboliza al poder del Estado, del Ejército y del Pueblo, con quienes se comprometió a proteger sus derechos y estar alerta frente a la puerta del Rey.
La Lealtad es una resultante de las virtudes del hombre, como son:
La Solidaridad: con los humildes y desgraciados; y con todos aquellos a quienes les brinda su amistad, simpatía o afecto.
La Tolerancia: para saber perdonar al jefe, al amigo o al subordinado sus pequeños errores y defectos humanos, propios de la imperfección.
La Verdad: o sea la aptitud para sabérsela decir al amigo, al jefe o al subordinado, y decirle con la prudencia del sabio, la persuasión del maestro, la energía del hombre; pero decirla, si es que de su conocimiento el amigo puede escapar de la traición y la felonía.
El Conocimiento: para extraer todo aquello, que permite saber, porque se es leal a una persona o a un ideal o a su patria. Con las personas hay que ser sólo consecuentes, pero hay que ser leal a lo que ellos representan o simbolizan.
La Libertad: porque sólo siendo independientes (y dotados de valor) se puede afrontar las consecuencias angustiosas que tarde o temprano acarrea la Lealtad. Sólo en la libertad se es leal sin titubeos, rápido como el galgo, no reconociendo otra contención que la cadena de la torre famosa de los Carrillo.
El Amor: porque el amor no se conquista, ni se retiene sin lealtad, que a su vez no es más que una forma superior del amor, lo que no está al alcance de cualquier desgraciado.
La Fe: la fe implica la confianza, porque sólo se es leal a aquello en que se confía ciegamente".
Los mentores post-postmodernistas, cuyas apreciaciones y sentencias fueron aniquiladas por la realidad, que auguraban el fin de la historia, la muerte de las ideologías y la inutilidad de las utopías, pueden encontrar en Ramón Carrillo respuestas contundentes; y todos los demás podemos reafirmar convicciones al leer: "La utopía es pensar y anhelar algo que parece imposible, algo digno de la condición de los hombres. Ponerse a trabajar, marginalmente en la utopía, pero tomando las precauciones para que nunca se cumplan del todo. Esto sería una fuente de estímulos mentales.
Toda utopía si se realizara íntegramente nos haría unos pobres desgraciados. Ser utopistas pero sin la convicción de que todo se pueda conseguir.
De los utopistas sociales surgió la organización de los hombres y esto que llamamos civilización; de los viejos utopistas astrólogos nació la astronomía; de los alquimistas la química moderna, del movimiento continuo la física moderna; de los espiritistas, la psicología y la metapsíquica; de la cuadratura del círculo las geometrías no euclidianas; de la numerología y la cábala, las matemáticas superiores.
Felizmente, ni los astrólogos dieron con la predicción de los acontecimientos, ni los alquimistas dieron con la piedra filosofal, ni los locos del movimiento continuo lo pudieron producir, ni los espiritistas se comunicaron con los muertos, ni se encontró la fórmula de la cuadratura del círculo, ni la cábala modificó el mundo. Hasta los magos negros y blancos descubrieron la intuición. En cambio las utopías de Julio Verne se cumplieron y aquí estamos, enfrentando la guerra con esas cosas que él soñó con fines menos cataclísmicos.
Felizmente, hasta ahora las utopías políticas de organizar al hombre sobre la base de la razón y la sabiduría han fracasado, desde Platón hasta Thomás Moro.
Moraleja: Tener utopías es una cosa práctica siempre que no se cumplan, porque si se cumplen o se las toman en serio cometeremos los peores crímenes".
Cuando toda una sociedad clama y reclama honradez y transparencia, Carrillo nos refresca el concepto, ya que para él es un "Tema del cual hablan todos los padres a los hijos y todos los gobernantes a sus administrados y administradores. Pero el hecho es que la honradez se suele mantener inmaculada según el precio que se ofrezca para comprarla. Los venales son baratos; los honrados caros, pero para llegar a estos se requieren muchos intermediarios y, entonces, el pobre honrado al fin de cuentas cobra como venal. No es negocio ser venal ni honrado vulnerable.
El verdadero hombre honrado, fuerte y firme, es una bomba atómica que explota en manos de los forjadores de tentaciones, inspiradas por el Diablo, personaje olvidado y que ustedes deben recordar que existe para poder amar a Dios y a la Humanidad con sus miserias y grandezas". Y agrega: "La honradez no es más que una forma parcial de la Lealtad.
Se es honrado, porque antes se aprendió a ser leal; la lealtad origina la honradez humanizada e inteligente, y no la honradez estúpida y mojigata de los libros de moralina.
Hay que ser honrado y comprender que otros no pueden serlo, sin humillarlos y difamarlos por eso. Enseñarles y evitar que sigan la labor fácil y no crear condiciones de organización que estimulen la deshonestidad.
Muchos son deshonestos porque la oportunidad y la tentación se les brindan todos los días. Sólo en último extremo castigar a los deshonestos. Pero entonces, sí: castigarlos con toda la fuerza y el poder disponible.
Mucha gente roba un pan; esa persona no es deshonesta ni un delincuente... Es un hombre".
Y en lo específico de su condición de médico-sanitarista-funcionario-político, manifiesta que: "Mientras los médicos sigamos viendo enfermedades y olvidemos al enfermo como una unidad biológica, psicológica y social, seremos simples zapateros remendones de la personalidad humana.
Debemos pensar que el enfermo es un hombre que es también un padre de familia, un individuo que trabaja y que sufre; y que todas esas circunstancias influyen, a veces, mucho más que una determinada cantidad de glucosa en la sangre. Así humanizaremos la medicina".
Agregando, "En una sociedad no deben ni pueden existir clases sociales definidas por índices económicos. El hombre no es un ser económico. Lo económico hace en él a su necesidad, no a su dignidad".
"Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la salud. De nada sirven las conquistas de la técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por los medios adecuados".
"La medicina moderna tiende a ocuparse de la salud y de los sanos y el objetivo principal es ya no curar al enfermo sino evitar estar enfermo. La medicina no sólo debe curar enfermos sino enseñar al pueblo a vivir, a vivir en salud y tratar que la vida se prolongue y sea digna de ser vivida".
"A los fines de la Salud Pública, es más importante proporcionarle a la madre los medios para que, una vez que tenga al hijo, pueda defenderse de las contingencias posibles, o bien otorgar al padre los medios materiales para atender al nuevo hijo".
El resumen de las obras más importantes entre 1946 y 1954 del Dr. Ramón Carrillo nos da 141 nuevos hospitales, 60 Institutos de Especialización, 50 Centros Materno-Infantiles, 16 escuelas técnicas, 23 Laboratorios e instituciones de diagnóstico, 9 hogares-escuela, Centros Sanitarios y Centros de Salud en todas las provincias; "campañas integrales" contra las endemias, logrando la eliminación del paludismo, sífilis, tifus y tuberculosis entre otras.
Otro hombre de ciencia fue el Doctor Salvador Mazza (1886 - 1946), médico sanitarista, que escribió la página más destacada de la historia de la lucha contra el mal de Chagas, enfermedad, que actualmente afecta a 24 millones de personas en Latinoamérica y provoca 45 mil muertes cada año, y que es causada por un parásito que llega al ser humano a través de la "vinchuca", un insecto que encuentra especiales condiciones para desarrollarse y multiplicarse en las deficientes estructuras habitacionales de vastas regiones de América.
Al igual que las endemias combatidas por Carrillo, la enfermedad de Chagas es una enfermedad producto de la situación socioeconómica vinculada a la pobreza y al subdesarrollo.
En 1928 el Doctor Carlos Chagas, oriundo de Brasil y descubridor del mal, le envía una carta al argentino Doctor Salvador Mazza, y en ella le señala: "Si desea investigar esta enfermedad, tendrá todos los gobiernos en contra. A veces pienso que más vale ocuparse de crustáceos y batracios que no despiertan la alarma de nadie".
Mazza al instar a una mejor calidad de vida para el pueblo, chocó contra los intereses creados: las autoridades provinciales tomaron como una locura el pedido de agua potable y sanitarios considerándolo un enemigo.
La acción contra este mal, en tiempos de Carrillo, por la acción del gobierno peronista, que durante el primer plan quinquenal (1946 - 1951) permitió la construcción de 350 mil viviendas, y en el segundo plan quinquenal, hasta 1955, de 150 mil más, acompañada de prácticas de asistencia preventiva, bajó decididamente las cifras de afectados.
Por otra parte, la creación de EMESTA, primera fábrica nacional de medicamentos; y el apoyo a los laboratorios nacionales, por medio de incentivos económicos, hicieron que los remedios estuviesen disponibles para toda la población sin tener que depender de la voluntad de los laboratorios extranjeros, que preferían, hasta entonces, volcar sus productos en los mercados europeos.
También debemos recordar que fue Carrillo quien "a partir del apoyo que recibió de Eva Perón ideó los Torneos Infantiles Evita, que además de promover el deporte sirvieron en aquellos años para realizar el chequeo médico completo de muchos niños y jóvenes".
"Tras la muerte de Evita - quien siempre lo acompañaba en la lucha por los presupuestos de Salud - y enfrentado con otros miembros del Gabinete, renunció a su cartera y el Presidente Perón lo envió a Estados Unidos".
El 15 de octubre de 1954 se embarca en la motonave "Evita" rumbo a Nueva York. Allí da una serie de conferencias en la Universidad de Harvard, al mismo tiempo que visita varios laboratorios, pero comienza a enfrentar dificultades económicas.
Con respecto a su progresiva enfermedad, en el país del norte se somete a un intenso tratamiento con el cual logra algunas mejorías transitorias.
En ese país, con el derrocamiento de Perón, se convirtió en otro exiliado y perseguido de la autodenominada Revolución Libertadora y, al no poder volver a Argentina, fue empleado como médico por una empresa minera de Estados Unidos en el Amazonas.
Decide enviar un telegrama al General Lonardi poniéndose a disposición del gobierno de facto para ser investigado.
Carrillo no recibió respuesta, pero al tiempo se enteraría de la interdicción de sus dos propiedades, el allanamiento de las mismas y el secuestro de cuadros y libros bajo la acusación de "enriquecimiento sin causa".
En su defensa, la hermana de Carrillo se presenta ante la Junta Nacional de Recuperación Patrimonial demostrando la legitimidad de los bienes.
Cuando venció su contrato igual permaneció en el nordeste de Brasil, en Belem do Pará, ejerciendo como médico rural, atendiendo gratis en un hospital, hasta que sufrió un accidente cerebrovascular que lo llevó a la muerte, el 20 de diciembre de 1956, sumido en la total pobreza.
En 1972 sus restos fueron repatriados y enterrados en Santiago del Estero, como él lo había pedido. Los periódicos ignoraron en su casi totalidad la penosa noticia, o escuetamente publicaron una breve referencia.
Esta demora de 16 años se debió a que la dictadura de Aramburu y Rojas se opuso a la repatriación de sus restos por "razones políticas".
En el aeroparque de Buenos Aires, entre los presentes para rendirle homenaje se encontraba Don Arturo Jauretche.
A cien años de su nacimiento y a cincuenta de su muerte, se le rinde el homenaje que merece.
El matutino porteño Clarín del 6 de marzo de 2006 señala que "No hay Estado moderno si no responde adecuadamente a los nuevos lineamientos que se gestan permanentemente desde la sociedad. Por ello rescatamos hoy la figura de Ramón Carrillo como un apasionado hombre de ciencia al servicio de un proyecto nacional, un defensor de la planificación intersectorial, un excelente comunicador. Un hombre que supo acudir al llamado de la historia para transformar contextos de incertidumbre en escenarios plenos de realizaciones, mediante el ejercicio de políticas de Estado".
Y el Presidente de la Nación, Dr. Néstor Carlos Kirchner, expresó: "La reconstrucción de la tarea de la salud pública es un legado que nos dejó el Dr. Ramón Carrillo, quien tuvo que morir en el exilio. Son cosas que le han pasado a los grandes hombres y mujeres de este país habitualmente. Dios quiera que nunca más se vuelvan a repetir este tipo de cosas, porque los hombres que trascienden con sus ideas, que trascienden los sectores y que logran sintetizar a las sociedades con valores que son absolutamente importantes deben tener el reconocimiento de todos los argentinos".
Cabe, para el Doctor Ramón Carrillo, para su vida y su obra, pues lo retrata de cuerpo entero, la erudita pluma de Sor Juana Inés de la Cruz, cuando dice:
"En perseguirme, mundo, ¿qué interesas?
¿en qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que, vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida
teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades".
Había expresado este lúcido hombre del campo nacional, militante contra las injusticias, que "… no tengo odios y he juzgado y tratado a los hombres siempre por su lado bueno, buscando el rincón que en cada uno de nosotros alberga el soplo divino".
Una conducta ejemplar, que debemos rescatarla, como símbolo para la reconstrucción de la Nación y la humanización de la vida.
Su amigo Enrique Santos Discépolo, quizás le escribió a Carrillo, como a otros tantos "malditos" de la historia argentina, aquello de que "Uno busca lleno de esperanzas / el camino que los sueños / prometieron a sus ansias./ Sabe que la lucha es cruel y es mucha, / pero lucha y se desangra / por la fe que lo empecina".
El empecinamiento, la fe y la esperanza siempre estuvieron presentes en Ramón Carrillo,y nunca sufrió en vida "la tortura de llorar su propia muerte", sino la de los demás, a los que les dedicó su sapiencia y su hacer.
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