(Buenos Aires, 1900 - 1942) Escritor y periodista argentino, una de las figuras más singulares de la literatura rioplatense. Autodidacta, lector de Nietzsche y de la gran narrativa rusa (Dostoievski, Gorki) y vinculado a principios de la década del veinte con el progresista y didáctico Grupo de Boedo, se le considera el introductor de la novela moderna en su país, aunque su reconocimiento no le llegó hasta los años cincuenta.
El Grupo de Boedo tomó su nombre de una calle de los suburbios proletarios de Buenos Aires. En oposición a las tendencias estéticas más formales del Grupo de la Florida, en el cual desempeñaron un papel determinante primero Ricardo Güiraldes y después Jorge Luis Borges, el Grupo de Boedo constituía una corriente literaria comprometida en la crítica de la sociedad, siendo decisiva para su concepción artística la influencia de Dostoievski, tanto en la elección de los temas como en la visión del mundo, sobre todo en la concepción del destino del hombre.
Roberto Arlt se crió en una humilde familia de inmigrantes: su padre era alemán y su madre, una triestina imaginativa y sensible, le recitaba versos de Dante y de Torquato Tasso. Abandonó su hogar cuando era un adolescente a causas de disputas con su padre. Hizo estudios elementales, pero frecuentó las bibliotecas de barrio, donde se inició desordenadamente en la lectura de R. Kipling, E. Salgari, J. Verne, R. L. Stevenson y J. Conrad, entre otros, a la vez que desempeñaba diversos oficios: dependiente de librería, aprendiz de hojalatero, mecánico y vendedor de artículos varios.
Ya casado se trasladó a Córdoba, pero el fracaso en su intento de mejorar la situación económica le obligó a regresar con su familia a Buenos Aires: traía consigo el manuscrito de El juguete rabioso. En la capital trabajó como periodista e inventor. En la Revista Popular publicó su primer cuento, Jehová, al que le siguió un ensayo, Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires. Luego colaboró en Patria, periódico nacionalista de derechas, pero dos años después pasó a publicaciones de signo opuesto como Extrema Izquierda y Última Hora. Tras varios intentos logró publicar en la revista Proa dos capítulos de su novela El juguete rabioso (1926), que llegaría a considerarse un hito en la literatura argentina.
El periodismo fue, para Arlt, el medio principal de subsistencia. En 1927 ya era cronista policial en Crítica y un año después pasó a ser redactor del diario El Mundo. Allí aparecieron sus cuentos El jorobadito y Pequeños propietarios. Su columna Aguafuertes porteñas (1933), en la que arrojaba una mirada incisiva sobre la ciudad y sus habitantes, le dio gran popularidad: eran textos llenos de ironía y mordacidad, retratos de tipos y caracteres propios de la sociedad porteña. Dio a conocer artículos, cuentos y adelantos de novelas desde las páginas de las revistas Claridad, El Hogar, Azul y Bandera Roja. Resultado de su labor como corresponsal en Europa y África son Aguafuertes españolas (1936) y El criador de gorilas (1941), cuentos de tema "oriental".
Para muchos su obra más acabada es Los siete locos (1929), una inquietante novela sobre la impotencia del hombre frente a la sociedad que lo oprime y lo condena a traicionar sus ideales. La novelística de Arlt incluye también Los lanzallamas (1931) y El amor brujo (1932). La colección de cuentos El jorobadito (1933) reitera la temática de sus novelas: la angustia, la humillación y la hipocresía de la sociedad burguesa.
Arlt protagonizó un intento de renovación del teatro argentino a través de Trescientos millones (1932), a la que siguieron otras siete piezas dramáticas, Piedra de fuego (1932), Saverio el cruel, El fabricante de fantasmas (1936), La isla desierta (1937), África (1938), La fiesta del hierro (1940) y El desierto entra a la ciudad (1941), presentadas casi todas en el Teatro del Pueblo que dirigía L. Barletta.
Aunque conoció el éxito y fue leído masivamente, los sectores académicos criticaban sus incorrecciones sintácticas. A finales de los años cincuenta su obra comenzó a ser reivindicada como uno de los mayores logros de la literatura argentina. El estilo arltliano se caracteriza por frases cortadas o desestructuradas y por la incorporación de jergas y barbarismos. Su obra refleja la frustración de las clases populares urbanas durante la crisis que culminó en 1930: sus personajes son a menudo marginales que atraviesan situaciones límite; el mundo cotidiano de la gran ciudad aparece vinculado con un universo enrarecido, sórdido y hasta fantástico.
Ya de regreso en Buenos Aires, Arlt trata de publicar esta novela en la colección \"Los Nuevos\", de la editorial Claridad, pero a Elías Castelnuovo Tedesco, asesor de la colección, no le gusta el libro. Es entonces cuando los azares del destino lo acercan a Ricardo Güiraldes de quien se hace secretario y amigo, quien, luego de escuchar las lecturas del libro, alienta a Arlt a continuar buscando editorial. Arlt pensaba llamar a esa primera novela \"La vida puerca\" sin embargo Güiraldes le recomendó (por lo que hoy llamaríamos mercadeo) un nombre menos violento para la gente de entonces, de allí \"La vida puerca\" pasó a ser titulada (con cierto tono surrealista y a la vez expresionista) \"El juguete rabioso\".
La novela está dedicada a su amigo Ricardo Güiraldes.
Esta pareciera ser la más autobiográfica de sus obras.[cita requerida] La novela está situada en los barrios bajos de Buenos Aires, es narrada en primera persona, y su denominador común es el fracaso invariable del personaje protagonista y narrador, Silvio Astier, en la concreción de cualquiera de los proyectos que emprende. El libro se divide en cuatro capítulos independientes entre sí.
Los ladrones
En este primer capítulo, Silvio, influido por la lectura bandoleresca y su deplorable condición social, funda con otros dos adolescentes el «Club de los Caballeros de la Media Noche», que se dedica a pequeños robos en el barrio. Luego de un fracaso, el Club paraliza sus actividades.
Los trabajos y los días
Silvio, luego de mudarse de barrio, consigue trabajo como dependiente de librería y pasa a vivir a la casa de don Gaetano, su patrón. Allí asiste a escenas de terrible mezquindad y sufre diversas humillaciones. Al fin intenta quemar la librería en que trabaja, pero fracasa y entonces deja el puesto.
El juguete rabioso
Silvio intenta ingresar en la Escuela de Aviación como aprendiz de mecánico. Primero lo aceptan, incluso sorprendidos de su brillantez, pero luego, repentinamente, lo dan de baja, porque no necesitan «personas inteligentes, sino brutos para el trabajo». Enseguida Silvio vive una extraña aventura con un homosexual en una miserable habitación de hotel. A la salida, compra un revólver e intenta suicidarse, pero también fracasa.
Judas Iscariote
El protagonista, algo mayor, ha pasado a ser corredor de papel, oficio que le parece tan vil y humillante como los anteriores que ejerció, a pesar de estar de mejor ánimo que en los capítulos anteriores. Encuentra a uno de sus compañeros del «Club de los Caballeros de la Media Noche», convertido en agente de investigaciones y «regenerado» en la lucha por la vida. Silvio se hace amigo del Rengo, individuo marginal, que trabaja como cuidador de carros en la feria de Flores. Este cuenta al joven su proyecto de robo en la casa del ingeniero Vitri, patrón de su amante. Silvio acepta participar en la empresa, pero pronto comienza a pensar en la posibilidad de delatarlo. Cediendo a esta idea, va a ver a Vitri y delata al Rengo, éste es arrestado, y Silvio tiene una conversación final con Vitri, en la que le habla de lo maravilloso de estar vivo, y le comunica que desea marcharse al sur del país.
En la novela el autor nunca se adentra en los rasgos sociales, físicos o psicológicos de sus personajes. Todas la explicaciones están dadas por la acción misma, por el relato de los hechos, y por breves descripciones físicas y de lugares.