Nació en Cabo Haitiano, el 18 de octubre de 1850, proveniente de una humilde familia de Cap-Haïtien.
Trabajó como profesor y periodista, fundó el periódico Le messager du Nord desde el cual refutará las “question de couleur”. Viajó a París como representante de su país, donde se unió a la Academia de Antropología de la capital francesa, ayudado por su compatriota Louis Joseph Janvier, otro gran intelectual.
Rechazó algunos puestos en el gobierno haitiano autoexiliándose, pero aceptó el de ministro en la administración de Florvil Hippolyte en 1891. En ese puesto, sirvío a la resistencia contra la presión de Estados Unidos que quería instalar una base militar en la isla, cerca de Môle Saint-Nicolas. Se encontró, hacia 1893, con José Martí, a quien le menciona el proyecto de “confederation antilléenne”.
En París poco después, multiplica los contactos con los medios latinoamericanos y se interesa por el panafricanismo. Después de una vida política agitadísima y repleta de exilios, pasa por La Habana y llega a Londres. El año de su muerte 1911 escribirá lo que será considerado su testamento moral y político: El esfuerzo en el mal.
La vigencia de Firmin, cimentada en la sabiduría y la eticidad, desborda la respuesta Gobineau y los limites de la antropologia positivista dentro de la cual se movió en su tiempo el eminente haitiano. Sus ideales, que se ex presaron también en previsiones optimistas sobre el desarrollo de la raza etiope en el mundo, merecen una realización plena, a la altura de sus aspiraciones justicieras.
Del valor de las ideas de Firmin y su capacidad de germinación habla el hecho de que, al morir en lucha anticolonialista y antimperialista para fundar en el concierto de nuestra América una patria independiente y una república moral, en la que el culto a la dignidad plena de los seres humanos fuese la ley primera, José Marti llevaba consi go en su papeleria varias citas de este libro que, manuscritas por él, lo acompañaban como escudos de pensamiento.