El patriotismo es un deber santo
EMBACUBA ARGENTINA
Palabras del Embajador de Cuba Pedro Pablo Prada, en el acto por el Día de la Liberación-Día Nacional de Cuba y aniversario 64 del triunfo de la Revolución. Buenos Aires, 9 de enero de 2023






Palabras del Embajador de Cuba Pedro Pablo Prada, en el acto por el Día de la Liberación-Día Nacional de Cuba y aniversario 64 del triunfo de la Revolución. Buenos Aires, 9 de enero de 2023
 
Excelentísimo Sr. Secretario
 
Excelencias
 
Distinguidos invitados
 
Amigos y compatriotas
 
Bienvenidos a la Embajada de Cuba. Tras casi tres años de una terrible pandemia nos volvemos a encontrar para celebrar el Día de la Liberación, Fiesta Nacional de Cuba, que recuerda el triunfo popular revolucionario del 1 de enero de 1959.
 
Los recibimos con la austeridad que imponen los tiempos que viven nuestra Patria y el mundo, pero con la alegría, los afectos y la hospitalidad que se prodiga en Cuba a los amigos.
 
Llegamos hasta aquí tras haber desafi ado y vencido un bloqueo recrudecido durante el gobierno de Donald Trump, con 243 medidas dirigidas a estrangular quirúrgicamente a las familias y a la economía cubana, que el actual gobierno de Joe Biden mantiene intactas, pese al rechazo abrumador de la comunidad internacional que todos ustedes representan.
 
Es la misma lógica perversa de un jefe de la CIA que en 1964 delineó la estrategia del sometimiento: sustituir los valores autóctonos por otros falsos, obligando a creer en ellos. Ridiculizar a la honradez y la honestidad como vestigios del pasado. Imponer el descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo y la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, el odio y la enemistad entre los pueblos, para que las victimas compartan la lógica de sus verdugos.
 
A eso también hemos sobrevivido, a pesar de las decenas de millones de dólares asignados como parte de un plan para imponernos un modelo ajeno, y que tuvo entre sus más recientes y aclamados episodios apedrear un hospital infantil, descarrilar un tren con alimentos, destruir bienes públicos y privados y una conjura política, diplomática y comunicacional de quienes nos
tienen por patio trasero o por jungla.
 
Nuestro mayor mérito es estar vivos.
 
Sobrevivimos a la naturaleza y a las casualidades, expresadas en el paso de un devastador huracán que desarticuló la red eléctrica nacional, antes golpeada por el bloqueo, y en terribles accidentes tecnológicos.
 
Sobrevivimos en esas circunstancias al aliento y amparo a la migración ilegal, desordenada e insegura, por los mismos que deportan o encierran a otros miles de latinoamericanos y caribeños. Sobrevivimos también a nuestros errores. Siempre hemos dicho que no somos una sociedad perfecta, aunque aspiremos a ello.
 
Como afirma nuestro Presidente, nos tiraron a matar, la naturaleza y el azar nos pusieron a prueba, pero aquí estamos, con las heridas a flor de piel y orgullosos. Invictos como Fidel Castro, a quien trataron de asesinar más de seiscientas veces.
 
El mérito de la revolución cubana y de su pueblo, insisto, es seguir estando vivos.
 
Si fuésemos tan malos como nos pintan o prejuzgan los que no nos conocen, por qué hemos forjado un pueblo tan noble, solidario y dispuesto al sacrificio. Un pueblo, cuyas armas principales son la alegría, la creatividad y el optimismo, expresados de miles maneras. Un pueblo para el que no existen las palabras egoísmo, desánimo, rendición ni derrota. Cada día emprendemos como Sísifo el ascenso al cielo, por nosotros y por todos los demás.
 
Por eso, al dejar atrás el desafi ante 2022, como ha dicho nuestro presidente, empujamos sin miedos y sin dudas la puerta de 2023, conscientes de que éste puede ser aún más difícil, pero seguros de que continuaremos por el camino elegido.
 
Nuestra historia nos enseña una y otra vez que sí se puede, que siempre se puede, si se trabaja en unidad y con pasión, si nos esforzamos para vencer cada obstáculo y hacer un país mejor donde podamos cumplir nuestros sueños, si perfeccionamos la democracia socialista y los derechos que disfrutamos, si nos exigimos siempre más y, sobre todo, si sabemos defender todo lo logrado.
 
Lo hacemos con la misma convicción aprendida de José Martí que el Presidente Díaz-Canel invocara en días recientes: el patriotismo es un deber santo cuando se lucha por poner la patria en condición de que vivan en ella más felices todos los seres humanos.
 
Y lo hacemos desde la hermana Argentina, celebrando medio siglo de comunión entre ambos gobiernos, que aprendieron de sus pueblos a convivir en paz, respetarse, apoyarse y trabajar juntos por el bien común.
 
Muchas gracias a todos por acompañarnos.


Palabras del Embajador de Cuba Pedro Pablo Prada, en el acto por el Día de la Liberación-Día Nacional de Cuba y aniversario 64 del triunfo de la Revolución. Buenos Aires, 9 de enero de 2023
 
Excelentísimo Sr. Secretario
 
Excelencias
 
Distinguidos invitados
 
Amigos y compatriotas
 
Bienvenidos a la Embajada de Cuba. Tras casi tres años de una terrible pandemia nos volvemos a encontrar para celebrar el Día de la Liberación, Fiesta Nacional de Cuba, que recuerda el triunfo popular revolucionario del 1 de enero de 1959.
 
Los recibimos con la austeridad que imponen los tiempos que viven nuestra Patria y el mundo, pero con la alegría, los afectos y la hospitalidad que se prodiga en Cuba a los amigos.
 
Llegamos hasta aquí tras haber desafi ado y vencido un bloqueo recrudecido durante el gobierno de Donald Trump, con 243 medidas dirigidas a estrangular quirúrgicamente a las familias y a la economía cubana, que el actual gobierno de Joe Biden mantiene intactas, pese al rechazo abrumador de la comunidad internacional que todos ustedes representan.
 
Es la misma lógica perversa de un jefe de la CIA que en 1964 delineó la estrategia del sometimiento: sustituir los valores autóctonos por otros falsos, obligando a creer en ellos. Ridiculizar a la honradez y la honestidad como vestigios del pasado. Imponer el descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo y la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, el odio y la enemistad entre los pueblos, para que las victimas compartan la lógica de sus verdugos.
 
A eso también hemos sobrevivido, a pesar de las decenas de millones de dólares asignados como parte de un plan para imponernos un modelo ajeno, y que tuvo entre sus más recientes y aclamados episodios apedrear un hospital infantil, descarrilar un tren con alimentos, destruir bienes públicos y privados y una conjura política, diplomática y comunicacional de quienes nos
tienen por patio trasero o por jungla.
 
Nuestro mayor mérito es estar vivos.
 
Sobrevivimos a la naturaleza y a las casualidades, expresadas en el paso de un devastador huracán que desarticuló la red eléctrica nacional, antes golpeada por el bloqueo, y en terribles accidentes tecnológicos.
 
Sobrevivimos en esas circunstancias al aliento y amparo a la migración ilegal, desordenada e insegura, por los mismos que deportan o encierran a otros miles de latinoamericanos y caribeños. Sobrevivimos también a nuestros errores. Siempre hemos dicho que no somos una sociedad perfecta, aunque aspiremos a ello.
 
Como afirma nuestro Presidente, nos tiraron a matar, la naturaleza y el azar nos pusieron a prueba, pero aquí estamos, con las heridas a flor de piel y orgullosos. Invictos como Fidel Castro, a quien trataron de asesinar más de seiscientas veces.
 
El mérito de la revolución cubana y de su pueblo, insisto, es seguir estando vivos.
 
Si fuésemos tan malos como nos pintan o prejuzgan los que no nos conocen, por qué hemos forjado un pueblo tan noble, solidario y dispuesto al sacrificio. Un pueblo, cuyas armas principales son la alegría, la creatividad y el optimismo, expresados de miles maneras. Un pueblo para el que no existen las palabras egoísmo, desánimo, rendición ni derrota. Cada día emprendemos como Sísifo el ascenso al cielo, por nosotros y por todos los demás.
 
Por eso, al dejar atrás el desafi ante 2022, como ha dicho nuestro presidente, empujamos sin miedos y sin dudas la puerta de 2023, conscientes de que éste puede ser aún más difícil, pero seguros de que continuaremos por el camino elegido.
 
Nuestra historia nos enseña una y otra vez que sí se puede, que siempre se puede, si se trabaja en unidad y con pasión, si nos esforzamos para vencer cada obstáculo y hacer un país mejor donde podamos cumplir nuestros sueños, si perfeccionamos la democracia socialista y los derechos que disfrutamos, si nos exigimos siempre más y, sobre todo, si sabemos defender todo lo logrado.
 
Lo hacemos con la misma convicción aprendida de José Martí que el Presidente Díaz-Canel invocara en días recientes: el patriotismo es un deber santo cuando se lucha por poner la patria en condición de que vivan en ella más felices todos los seres humanos.
 
Y lo hacemos desde la hermana Argentina, celebrando medio siglo de comunión entre ambos gobiernos, que aprendieron de sus pueblos a convivir en paz, respetarse, apoyarse y trabajar juntos por el bien común.
 
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