Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en los Diálogos de la XV Cumbre de los BRICS, Johannesburgo, Sudáfrica, el 24 de agosto de 2023, “Año 65 de la Revolución”.
Su Excelencia Cyril Ramaphosa, Presidente de la República de Sudáfrica;
Distinguidos jefes de Estado y de Gobierno y demás jefes de delegaciones;
Estimados participantes:
Es un alto honor y un privilegio participar en una cumbre de BRICS, un mecanismo de integración que, por su novedad y diversidad, abre expectativas y esperanzas en el camino del fortalecimiento del multilateralismo que hoy resulta tan urgente como imprescindible para el destino mismo de la humanidad.
Valoramos mucho que esta cita acontezca en tierras africanas, cuna de una parte de nuestros ancestros que alimenta de forma fundamental la esencia misma de la identidad cubana.
La satisfacción es aún mayor porque nos trae a Sudáfrica, país al que nos unen históricos lazos de hermandad.
Cerca de 400 000 compatriotas contribuyeron a la lucha contra el apartheid en tierras africanas. Dos mil doscientos ochenta y nueve de nuestros combatientes internacionalistas cubanos cayeron heroicamente, escribiendo con su sacrificio una de las páginas más hermosas en la historia de la solidaridad entre los pueblos.
Quiero citar y recordar un conocido refrán africano: Las huellas de quienes caminan juntos nunca se borran.
En el caso de Sudáfrica y Cuba esas huellas son tan sólidas e imborrables como la memoria de los líderes históricos de ambas naciones. Jamás podremos olvidar el abrazo de Nelson Mandela y Fidel Castro al encontrarse aquí y exigirse mutuamente el reencuentro, como solo ocurre entre hermanos muy entrañables.
Asisto a este Diálogo con la enorme responsabilidad que representa para Cuba presidir el Grupo de los 77 y China, la más amplia y diversa agrupación de naciones en desarrollo.
Somos 134 países, dos tercios de los miembros de la Organización de las Naciones Unidas, donde vive casi el 80 % de la población del planeta enfrentando los desafíos colosales de un mundo cada día más desigual, en el que se han multiplicado la exclusión y la pobreza después de dos años de pandemia seguidos de dramáticos conflictos.
En los últimos diez años las naciones del Sur han visto duplicarse su deuda externa, ya pagada con creces. Aumentan las medidas coercitivas unilaterales. Más de 3 000 millones de personas se ven afectadas por la degradación de los ecosistemas. Más de un millón de especies de plantas y animales están en peligro de extinción, según se lee en el Mensaje del Secretario General por el Día Mundial del Medio Ambiente.
Si no actuamos de inmediato, legaremos a nuestros hijos y nietos un planeta no solo irreconocible para quienes venimos del siglo anterior, sino tristemente condenado a resultar inhabitable.
A siete años del plazo fijado para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 el panorama es desalentador. La mitad de las 169 metas acordadas están muy lejos de ser cumplidas. Más del 30 % de ellas no han experimentado ningún avance o, lo que es peor, muestran retroceso con respecto a 2015, de acuerdo con el más reciente informe de las Naciones Unidas.
Los países desarrollados de Occidente y las grandes transnacionales han diseñado un orden internacional que no toma para nada en cuenta el progreso de las naciones del Sur y solo resulta eficaz para exiguas minorías.
El Grupo de los 77 y China y los BRICS tenemos la responsabilidad y la posibilidad de actuar por un cambio de ese injusto orden mundial: no es una opción, es la única alternativa.
Hoy nadie puede cuestionar la creciente autoridad de los BRICS. Por eso no dudamos en dar la bienvenida a su eventual ampliación, que contribuiría a reforzar su relevancia y representatividad.
Ha sido un reclamo histórico del Grupo de los 77, como lo es también de los BRICS, emprender una transformación real de la arquitectura financiera internacional profundamente injusta, anacrónica y disfuncional.
Creemos firmemente que el Nuevo Banco de Desarrollo creado por los BRICS puede y debe convertirse en una alternativa frente a las actuales instituciones financieras, que han aplicado por casi un siglo recetas draconianas para lucrar con las reservas del Sur y reproducir sus esquemas de sometimiento y dominación.
Saludamos de manera especial la designación de la querida Dilma Rousseff al frente de esa entidad y la loable iniciativa de los BRICS de crear un mecanismo de reserva de monedas extranjeras de base amplia que garantice certidumbre y estabilidad al Sur. Seguramente la extensión de ese mecanismo a otros países contribuiría a paliar los desequilibrios del sistema monetario actual.
El establecimiento de líneas de crédito mutuas en monedas locales por los bancos de los países BRICS y la posibilidad de crear una moneda única para sus operaciones son también iniciativas que pudieran aplicarse en las relaciones con otros países en desarrollo, para reducir el abusivo monopolio de la moneda estadounidense que refuerza y garantiza una hegemonía dañina para el resto del mundo.
Los países BRICS son líderes mundiales en la producción agrícola, concentrando alrededor de un tercio de los alimentos producidos a nivel global. Su acción conjunta con el resto de los países en desarrollo sería un aporte sustancial a la eliminación del hambre que hoy padecen más de 700 millones de personas en el mundo.
En materia de cambio climático, enfatizamos en el valor estratégico de la coordinación efectiva entre los BRICS y el Grupo de los 77, para salvaguardar el principio de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas en la implementación de la Convención Marco y el Acuerdo de París.
En la COP28, que tendrá lugar este año en Dubái, por vez primera se celebrará una Cumbre de líderes del Grupo de los 77 convocada por Cuba para reforzar la coordinación estratégica.
El desarrollo científico-técnico está hoy monopolizado por un club de países que acaparan la mayoría de las patentes, las tecnologías, los centros de investigación, y promueven el drenaje de talentos de nuestros países.
El G77 y los BRICS deben y pueden hacer más para cambiar esa situación, y en ese espíritu Cuba ha convocado a una Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno del Grupo de los 77 y China sobre ciencia, tecnología e innovación como premisa para el desarrollo; tendrá lugar el 15 y el 16 de septiembre próximo, en La Habana. Ahí les esperamos.
Para avanzar hacia un futuro más justo y sostenible el momento de la acción colectiva no es mañana, es ahora.
Creemos firmemente en el poder de la unidad en la diversidad y en que es la hora de actuar unidos en defensa de históricos reclamos que, por no ser atendidos a tiempo, han multiplicado los problemas que enfrentan hoy nuestras naciones.
Y ya que estamos en la “nación del arcoíris”, que ha vencido el odio del pasado, integrando su rica diversidad de culturas, idiomas y creencias religiosas, asumamos todos los preceptos de la sabia filosofía humanista africana del Ubuntu, la ética del cuidado del otro que, frente al egoísmo y el individualismo, promueve una vida solidaria, fraternal y respetuosa en la que nadie quede atrás.
El G77 y los BRICS tenemos la oportunidad de generar una transformación histórica. Por el bien de las futuras generaciones, ¡hagámoslo!
Muchas gracias (Aplausos).
Su Excelencia Cyril Ramaphosa, Presidente de la República de Sudáfrica; Es un alto honor y un privilegio participar en una cumbre de BRICS, un mecanismo de integración que, por su novedad y diversidad, abre expectativas y esperanzas en el camino del fortalecimiento del multilateralismo que hoy resulta tan urgente como imprescindible para el destino mismo de la humanidad. Valoramos mucho que esta cita acontezca en tierras africanas, cuna de una parte de nuestros ancestros que alimenta de forma fundamental la esencia misma de la identidad cubana. La satisfacción es aún mayor porque nos trae a Sudáfrica, país al que nos unen históricos lazos de hermandad. Cerca de 400 000 compatriotas contribuyeron a la lucha contra el apartheid en tierras africanas. Dos mil doscientos ochenta y nueve de nuestros combatientes internacionalistas cubanos cayeron heroicamente, escribiendo con su sacrificio una de las páginas más hermosas en la historia de la solidaridad entre los pueblos. Quiero citar y recordar un conocido refrán africano: Las huellas de quienes caminan juntos nunca se borran. En el caso de Sudáfrica y Cuba esas huellas son tan sólidas e imborrables como la memoria de los líderes históricos de ambas naciones. Jamás podremos olvidar el abrazo de Nelson Mandela y Fidel Castro al encontrarse aquí y exigirse mutuamente el reencuentro, como solo ocurre entre hermanos muy entrañables. Asisto a este Diálogo con la enorme responsabilidad que representa para Cuba presidir el Grupo de los 77 y China, la más amplia y diversa agrupación de naciones en desarrollo. En los últimos diez años las naciones del Sur han visto duplicarse su deuda externa, ya pagada con creces. Aumentan las medidas coercitivas unilaterales. Más de 3 000 millones de personas se ven afectadas por la degradación de los ecosistemas. Más de un millón de especies de plantas y animales están en peligro de extinción, según se lee en el Mensaje del Secretario General por el Día Mundial del Medio Ambiente. Si no actuamos de inmediato, legaremos a nuestros hijos y nietos un planeta no solo irreconocible para quienes venimos del siglo anterior, sino tristemente condenado a resultar inhabitable. A siete años del plazo fijado para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 el panorama es desalentador. La mitad de las 169 metas acordadas están muy lejos de ser cumplidas. Más del 30 % de ellas no han experimentado ningún avance o, lo que es peor, muestran retroceso con respecto a 2015, de acuerdo con el más reciente informe de las Naciones Unidas. Los países desarrollados de Occidente y las grandes transnacionales han diseñado un orden internacional que no toma para nada en cuenta el progreso de las naciones del Sur y solo resulta eficaz para exiguas minorías. El Grupo de los 77 y China y los BRICS tenemos la responsabilidad y la posibilidad de actuar por un cambio de ese injusto orden mundial: no es una opción, es la única alternativa. Ha sido un reclamo histórico del Grupo de los 77, como lo es también de los BRICS, emprender una transformación real de la arquitectura financiera internacional profundamente injusta, anacrónica y disfuncional. Creemos firmemente que el Nuevo Banco de Desarrollo creado por los BRICS puede y debe convertirse en una alternativa frente a las actuales instituciones financieras, que han aplicado por casi un siglo recetas draconianas para lucrar con las reservas del Sur y reproducir sus esquemas de sometimiento y dominación. Saludamos de manera especial la designación de la querida Dilma Rousseff al frente de esa entidad y la loable iniciativa de los BRICS de crear un mecanismo de reserva de monedas extranjeras de base amplia que garantice certidumbre y estabilidad al Sur. Seguramente la extensión de ese mecanismo a otros países contribuiría a paliar los desequilibrios del sistema monetario actual. El establecimiento de líneas de crédito mutuas en monedas locales por los bancos de los países BRICS y la posibilidad de crear una moneda única para sus operaciones son también iniciativas que pudieran aplicarse en las relaciones con otros países en desarrollo, para reducir el abusivo monopolio de la moneda estadounidense que refuerza y garantiza una hegemonía dañina para el resto del mundo. Los países BRICS son líderes mundiales en la producción agrícola, concentrando alrededor de un tercio de los alimentos producidos a nivel global. Su acción conjunta con el resto de los países en desarrollo sería un aporte sustancial a la eliminación del hambre que hoy padecen más de 700 millones de personas en el mundo. En la COP28, que tendrá lugar este año en Dubái, por vez primera se celebrará una Cumbre de líderes del Grupo de los 77 convocada por Cuba para reforzar la coordinación estratégica. El G77 y los BRICS deben y pueden hacer más para cambiar esa situación, y en ese espíritu Cuba ha convocado a una Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno del Grupo de los 77 y China sobre ciencia, tecnología e innovación como premisa para el desarrollo; tendrá lugar el 15 y el 16 de septiembre próximo, en La Habana. Ahí les esperamos. Para avanzar hacia un futuro más justo y sostenible el momento de la acción colectiva no es mañana, es ahora. Creemos firmemente en el poder de la unidad en la diversidad y en que es la hora de actuar unidos en defensa de históricos reclamos que, por no ser atendidos a tiempo, han multiplicado los problemas que enfrentan hoy nuestras naciones. Y ya que estamos en la “nación del arcoíris”, que ha vencido el odio del pasado, integrando su rica diversidad de culturas, idiomas y creencias religiosas, asumamos todos los preceptos de la sabia filosofía humanista africana del Ubuntu, la ética del cuidado del otro que, frente al egoísmo y el individualismo, promueve una vida solidaria, fraternal y respetuosa en la que nadie quede atrás. El G77 y los BRICS tenemos la oportunidad de generar una transformación histórica. Por el bien de las futuras generaciones, ¡hagámoslo! Muchas gracias (Aplausos). |
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