Recordando el levantamiento de Hipólito Yrigoyen, cuando la Unión Cívica Radical era popular y anitiimperialista
Por: Acercándonos Ediciones
Publicado: 04/02/2024





La Revolución radical de 1905 fue una sublevación cívico-militar organizada por la Unión Cívica Radical y dirigida por Hipólito Yrigoyen contra el gobierno fraudulento del PAN en reclamo de elecciones libres y democráticas.

El 4 de febrero de 1905, en la Capital Federal, Campo de Mayo, Bahía Blanca, Mendoza, Córdoba y Rosario, se produjo el alzamiento armado que se venía preparando, con las mismas banderas que en 1890 y 1893. Fue una de las rebeliones más importantes que ocurrieron en la historia Argentina, por el número de militares comprometidos, las fuerzas vinculadas y la extensión del movimiento.

En la Capital Federal, las medidas represivas sofocaron en sus comienzos a los revolucionarios, quienes fallaron al no poder asegurar el control del arsenal de guerra de Buenos Aires. Las tropas leales al gobierno y la policía recuperaron pronto las comisarías tomadas por sorpresa y los cantones revolucionarios.

En Córdoba los radicales toman prisioneros al vicepresidente Figueroa Alcorta a quien obligaron a hablar con el presidente Manuel Quintana, solicitándole la renuncia a cambio de su vida, sin embargo el Presidente no cedió y la amenaza no fue ejecutada.

En Mendoza los rebeldes se llevan 300.000 pesos del Banco de la Nación y atacan los cuarteles defendidos por el teniente Basilio Pertiné. Solo las provincias de Córdoba y Mendoza continuaron combatiendo hasta el 8 de febrero, sin embargo, los leales a Quintana vencen rápidamente a la revolución.



El Presidente empleó la misma táctica usada en 1893 para sofocar el movimiento radical; se proclamó el estado de sitio en todo el país, por noventa días, que se convirtió en ley marcial. El gobierno detuvo y mandó enjuiciar a los sublevados, que fueron condenados con penas de hasta 8 años de prisión y enviados al penal de Ushuaia.

La represión se llevó a cabo contra los revolucionarios radicales y simultáneamente contra el movimiento obrero, sus organizaciones, su prensa, aunque ellos no habían tenido ninguna vinculación con el movimiento del 4 de febrero.

La acción de los radicales fue derrotada, pero desencadenaría una corriente de cambio institucional que ya no podría ser detenida. El roquismo se había dividido, y tanto Carlos Pellegrini como Roque Sáenz Peña, principales referentes de la línea modernista del Partido Autonomista Nacional, comprendían la necesidad de realizar profundos cambios institucionales para contener el creciente conflicto social y político.

El 16 de mayo, se había difundido un manifiesto que buscaba explicar el fracaso y justificar el movimiento revolucionario. También salía al cruce de aquellos que criticaban a la revolución como perjudicial al progreso del país. El texto, con la reconocibleprosa de Yrigoyen, afirmaba: "Triste condición sería la de un país si su prosperidad sólo hubiera de consistir en el fomento de sus intereses materiales. El progreso es preferentemente constituido por las fuerzas morales que contiene en acción, por la altivez de los ciudadanos, por la probidad pública y privada, por la decisión intensa para todas las nobles labores humanas".

Más adelante, en una inocultable alusión al presidente Quintana decía: "El criterio extranjero está habituado a pasar por alto el concepto de nacionalidad soberana (...) para sólo preocuparse de la riqueza del suelo argentino y de la seguridad de los capitales invertidos en préstamos a los gobiernos (...). A esa condición hemos llegado como consecuencia de una moralidad pública que no ha sabido rodear de respeto el nombre del país (...). Los causantes y beneficiarios de este desastre del honor y el crédito nacional carecen de autoridad y de título para condenar, invocando el prestigio argentino en el exterior, un movimiento de protesta armada respetable y digno porque es y será siempre representativo de intereses sociales de todo orden, y exponente de potencia cívica, de sanas energías y de altos anhelos".

Luego de la derrota de la Revolución de 1905 la Unión Cívica Radical volvió a quedar desorganizada, pero poco a poco fue recomponiendo sus estructuras y el 31 de diciembre de 1909 el Comité Nacional volvió a reunirse. En esa ocasión resolvió declarar la abstención en las elecciones presidenciales del año siguiente, Año del Centenario, hasta que se sancionara un régimen electoral capaz de garantizar elecciones limpias.

Por entonces, el conflicto social había alcanzado un nivel de violencia sin antecedentes en la historia argentina. Ese año de 1909, 12 obreros habían sido asesinados por la policía en la marcha del 1º de Mayo. Los sindicatos declararon la huelga general y paralizaron el país en lo que se conoció como la Semana Roja de 1909, pero eso es para otras efemérides.

 

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