Sin embargo, no ha sido así, y como al perro huevero, al Gobierno de Estados Unidos habrá que seguirle quemando el hocico para poder conseguir una paz digna y, sobre todo, duradera. Significa que el imperialismo estadounidense ha sido debilitado, pero no vencido, y aún tiene el suficiente poder para producir agresiones como la de Iraq o preparar y ejecutar golpes de Estado como el de Honduras contra el presidente constitucional Manuel Zelaya, o mucho antes como aquel fallido contra el gobierno bolivariano de Hugo Rafael Chávez Frías.
Ante la tozudez imperialista puesta de relieve no solamente en Iraq y Afganistán, sino en el reverdecer de los intentos intervencionistas de la Casa Blanca y el Pentágono en los procesos políticos de América Latina y el Caribe, como en los casos de los países del Alba, cobra mayor actualidad y se hace más urgente la necesidad de estudiar todo el proceso político, ideológico y militar que condujo a la gran derrota general de Estados Unidos en Vietnam.
Un hombre de una gran visión en ese sentido fue el Comandante Guerrillero Ernesto Che Guevara cuando abogó, en la lejana década de los años 60 del siglo pasado, a favor de crear dos, tres, muchos Vietnam, y abanderó la idea de estudiar la revolución vietnamita para aplicar, en la lucha contra los imperialistas estadounidenses, los conceptos de la guerra de todo el pueblo defendida por el presidente Ho Chi Minh y teorizada por ese gran estratega militar y héroe de Dien Bien Phu, el general Vo Nguyen Giap.
He querido hacer esta breve introducción para poner a disposición del lector esta obra, “Vietnam: Tres batallas decisivas”, que tiene el ánimo de estimular a los interesados en el estudio y análisis de una guerra genocida que marcó para siempre al mundo y que ha puesto de manifiesto la naturaleza agresiva y criminal del imperialismo estadounidense. Las guerras de agresión y conquista en Iraq y Afganistán, repito, son motivos más que suficientes para emprender una investigación y análisis bien a fondo de la guerra en Vietnam, sobre todo en aquellas sociedades amenazadas por ese poderoso e insaciable enemigo.
Creo, por lo tanto, que es importante una nueva edición de este pequeño libro que comencé a escribir sobre el terreno en mayo de 1975, cuando ya el Gobierno de la entonces República Democrática de Vietnam me había autorizado a desplazarme por tierra hacia el sur de Vietnam para “caerle atrás” a la liberación.
Tuve el extraordinario privilegio de recorrer el país desde el paralelo 17, entonces límite entre las dos partes de Vietnam, hasta el propio Saigón, por la carretera nacional 1, y ver –más bien disfrutar- como testigo excepcional, la histórica victoria del pueblo vietnamita, participar en el desfile popular que la coronó, y en la proclamación de la capital del régimen títere como Ciudad Ho Chi Minh. Entrevistarme con muchos héroes, hablar con la gente común, y ser el primer corresponsal extranjero en entrar en la abandonada embajada de Estados Unidos en Saigón.
Aunque ese pasaje no está recogido en el libro porque en el momento que lo escribí no se podía decir, en Nha Trang coincidí con el general Vo Nguyen Giap, -el héroe de Dien Bien Phu y autor de la teoría de “la guerra de todo el pueblo”- a quien ya había entrevistado en Hanoi en otras ocasiones, y me hizo una valoración del significado histórico de la liberación que me sirvió de base para la proyección del libro, el cual fue publicado por la editorial Girón de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba en 1983.
Como periodista, tuve también el privilegio de estar presente en Vietnam, a partir de 1967, en todos los acontecimientos importantes de la guerra en Indochina, particularmente Vietnam y Lao. En el primero fui testigo, entre otras, del inicio de la guerra aérea de destrucción, la guerra meteorológica contra diques y represas y las Pascuas Sangrientas de Nixon con la participación masiva de B-52 en los bombardeos a Hanoi y Haiphong y el minado de los puertos, de las cuales tengo un pequeño libro que describe minuto a minuto aquel salvaje crimen. En Lao estuve presente durante varios meses en el proceso de rendición del régimen títere del príncipe Souvanna Phouma y la salida del país de las tropas y el personal de Estados Unidos. Sobre ese acontecimiento escribí un libro-testimonio titulado La derrota del imperialismo norteamericano en Laos.
Con Tres batallas decisivas quise rendir homenaje al pueblo vietnamita y a su querido líder Ho Chi Minh, pero al mismo tiempo dejar para la historia un testimonio de cómo fueron aquellos acontecimientos y cómo Estados Unidos perdió la guerra. Sabía que el Gobierno de ese país tergiversaría la hazaña vietnamita e imaginaba que Washington haría un esfuerzo de propaganda imperialista para presentarle al público, dentro y fuera de Estados Unidos, una visión falseada y hasta ridícula, -películas como Rambo así lo confirmaron- de lo que en realidad sucedió en los arrozales indochinos. Pienso que este libro haya contribuido al propósito de dar una visión de lo que realmente aconteció y sirva para estimular a mayores y más profundas investigaciones, en especial a los sectores más interesados en este hito histórico.
Pasado tanto tiempo de aquella guerra, y motivado por lo que está sucediendo en Iraq, Afganistán y Libia, creo que “Vietnam: Tres batallas decisivas”, puede ser, de nuevo, un importante instrumento de denuncia para poner al desnudo la naturaleza criminal del imperialismo estadounidense, cuya esencia no ha cambiado lo más mínimo en este tercio de siglo desde su sonada derrota en Vietnam, Lao y Camboya.